sábado, 2 de enero de 2021

El Ejército de los 12 monos

 



Si hacemos caso a los vaticinios del ruso Peter Turchin,  que predijo hace 10 años en la revista “Nature” que 2020 sería atroz, vamos apañados. Acabo de leer un suelto en El País que me ha puesto los pelos de punta. Cuando alguien, como en este caso Turchin, sufre el síndrome de Casandra hay que tocar madera y apretarse los machos. Turchin, que dedicó 30 años de su vida a estudiar a fondo el comportamiento del escarabajo pelotero, pasó más tarde a estudiar la Cliodinámica por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid y de que Clío, si mal no recuerdo, fue la musa de la historia en la antigua Grecia; es decir, la ciencia que trata de predecir el futuro a través de modelos matemáticos, siguiendo una premisa de Asimov, donde en su obra “La fundición” cuenta que para aprender de la historia se necesita transformarla en ciencia. La mitología griega dice que Casandra, hija de Hécuba y Príamo, pactó con Apolo un encuentro carnal con aquel dios helénico a cambio de la concesión de poder poseer el don de la profecía. Y Casandra, una vez habilitada de tales poderes esotéricos, anunció la caída de Troya y la muerte de Agamenón. Y nadie la creyó. Pero lo mejor para poder entender el síndrome de Casandra sería poder ver la película “Doce monos”, de 1995, dirigida por Terry Gilliam, donde la doctora Kathryn Railly investiga ese síndrome y las consecuencias de aquellos que lo sufren. La película nos traslada al año 2035, cuando los supervivientes de un virus letal se ven obligados a refugiarse en incómodas grutas. James Cole se ofrece como voluntario para viajar al pasado para conocer a fondo el virus causante e intentar descubrir una vacuna. Y con la ayuda de la psiquiatra y de un enfermo mental, Jeffrey Goines, intentará encontrar al “Ejército de los 12 monos” como única tabla de salvación. Algo parecido a lo que ahora se busca mediante una vacuna eficaz que produzca inmunidad de rebaño contra el SARS-Cov-2, por ahora con resultado incierto. Algo que, como decía al principio, ya predijo Turchin sin que nadie le tuviese en cuenta.

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