lunes, 4 de enero de 2021

El "caganer"

 


Cuentan los que saben de esas cosas de la climatología que va a nevar a cotas bajas coincidiendo con la fiesta de la Epifanía. Y que tendremos el suelo blanco, como en los belenes de las casas de los pobres; donde, a falta de muchas figuritas de barro se ponía mucho musgo artificial y mucha harina (imitando nieve), algo que sólo sucede en Belén en contadas ocasiones, como en enero de 2013. La ciudad, construida en el centro de Cisjordania por Roboam, hijo de Salomón y Naamah, es árida y pedregosa, con veranos muy cálidos e inviernos fríos y despejados. Recuerdo cuando en mi niñez acudía a casa de otros condiscípulos por ver los belenes que habían instalado. Yo siempre buscaba la figura del cagón, de origen catalán, ese pastor con barretina calada puesto de cuclillas y con unos calzones negros bajados para poder exonerar el vientre. El barcelonés Alfred López, en su excelente blog, comenta tres hipótesis sobre su origen, que se remonta al siglo XVIII y está inspirado en un mármol de un siglo anterior llamado “La Virgen y la montaña de Montserrat”, donde se representa a María llevando en brazos a su Hijo y caminando por las estrechas veredas de esa sierra, que aparece transitada por diversos personajes entre los que se encuentra, “escondido tras una revuelta y al amparo de un árbol el caganer en plena faena”. Esa graciosa figurilla de barro se popularizó y llegó a venderse en las tiendas como rosquillas. En ese sentido, cuenta Alfred López que “también —por aquello de la igualdad de sexos— se puede encontrar alguna caganera (cagona) y algún pixaner (meón)”. No sé, pero apostaría a que hoy hasta se venden esas figurillas con rostros de destacadas figuras del entorno político y social. La fauna carpetovetónica da mucho juego.

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