Si la pandemia no mejora, que aquí no se ve el final
del túnel, no quedará otra que sacar en andas a la Virgen del Castillo, de Bijuesca, que sólo se procesiona cada 25
años. Ahora leo en la prensa que la vacuna ha demostrado su eficacia total en
los ratones. Por si las moscas, algunos políticos se cuelan para que les
inyecten la vacuna. El último en hacerlo ha sido el consejero de Sanidad de
Ceuta al tiempo que la atronada Díaz Ayuso,
que cada mañana se lava la boca con perborato, busca voluntarios entre los
MIR para trabajar en el Hospital
Enfermera Zendal de la Comunidad de Madrid, ese garito de expósitos que
“iba a asombrar al mundo” construido en seis meses y que no dispone a día de
hoyde quirófanos ni de estructuras
básicas. Pero no pasa nada. Y si pasa, ¿qué pasa? Si los médicos internos
residentes se resistieran a trabajar en ese centro, que todo pudiese acontecer
si no les pagan, siempre podrán reclutarse algebristas y curanderos. En Madrid,
donde ya se están disipando las nieves de sus calles, Díaz Ayuso se ha procurado
un ejemplar del Calendario Zaragozano,
creado por Mariano Castillo y Ocsiero, natural de Villamayor, para conocer las
predicciones de temporales. También, fuentes generalmente bien informadas (como
se decía en el ABC verdadero) señalan
que se espera fichar a tiempo parcial a un rudo personaje de un pueblo manchego,
de Puerto Lápice, de nombre Facundo
Morisma Talegón, que sabe mucho de cabañuelas de ida y de cabañuelas de
vuelta, para que la asesore. En Puerto Lápice (Azorín decía Puerto Lápiche en sus artículos de El Imparcial) tuvo lugar la primera
aventura de don Quijote (Primera Parte,
capítulo II) cuando pretendió rescatar a “una
señora vizcaína que iba a Sevilla” de dos monjes benedictinos y donde se
desarrolló la lucha contra el “gallardo
vizcaíno”. Pues nada, aquí estamos algunos a verlas venir, confinados
voluntariamente y tiesos como la mojama, o como una espingarda mora, en nuestra
garita de centinela.
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