sábado, 9 de septiembre de 2023

La chupa del dómine

 

Fue en “El Buscón” donde Quevedo dio cuenta de cómo aquel dómine llevaba la chupa, o sea, la sotana. El dómine Cabra era el profesor de gramática latina al que don Alonso quiso poner a su hijo Pablos en pupilaje. Dice Quevedo en su descripción que "dómine Cabra traía un bonete, los días del sol, ratonado, con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue de paño, con los fondos de caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por cuero de rana. Otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul; la llevaba sin ceñidor; no traía cuello, ni puños; parecía con los cabellos largos, la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo”. Quevedo escribió la obra en 1604 pero no se editó hasta 1626. Durante esos años evitó su autoría para no tener problemas con a la Inquisición. La azarosa vida de Pablos pasó por varias fases: salió de Segovia, su lugar de nacimiento; estudió en Alcalá de Henares y después regresó a Segovia para cobrar la hacienda de sus padres; de allí marchó a Madrid, donde vivió haciéndose pasar por hidalgo y más tarde por vagabundo; a continuación se trasladó a Toledo, donde formó parte de una compañía teatral, y finalmente a Sevilla, integrado en una banda de matones. La obra concluye con el propósito del protagonista de marchar a las Indias. La novela picaresca tiene, a mi entender, mucho de tremendismo celiano. El siglo XVII fue problemático en España. Las “bulas de la Santa Cruzada” existentes, expedidas por mandato de Urbano VIII, sirvieron para organizar de alguna manera los padrones, como tiempo atrás (reinando Fernando II de Aragón) sirvieron los fogajes. Existía recaudación bajo cuatro conceptos: bula de lacticinios (solo para eclesiásticos y a partir de 1625, que facilitaba el consume de leche, huevos y sus derivados); bula de composición (otorgaba el perdón por bienes mal adquiridos, faltas temporales); bula de difuntos (reducía las penas del purgatorio); y bula de vivos (otorgaba indulgencias a aquel que la adquiría). Pero la hambruna en aquel periodo fue calagurritana. La población de entonces era de aproximadamente unos siete millones de habitantes y disminuyó considerablemente tras la expulsión de los moriscos. Y en ese contexto fue cuando Quevedo ideó la genial obra conceptista que ha llegado a nuestros días con gran frescura. Y de su obra nos ha quedado la frase “de chupa de dómine”,  en referencia al maltrato hacia alguien de palabra, o al hecho mezquino de ridiculizarle de forma inmisericorde y con pocas posibilidades de defensa, usando lenguaje de germanías y actitudes propias de  mercachifles y gentes de mal vivir. A un locutor le escuche en una emisora, en cierta ocasión, decir que a fulano, no recuerdo su nombre y de saberlo tampoco lo diría,  “le habían puesto de chúpate dómine”. Sentí vergüenza ajena.

 

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