domingo, 10 de septiembre de 2023

Sin collar y sin perro

 

Los aficionados a los toros de Calatayud tuvieron que abandonar la plaza “Margarita” (construida en 1877) después de aviar el tercer toro ayer, día 9 de septiembre, con motivo de las fiestas en honor de la patrona, la Virgen de la Peña. Los negros nubarrones ya amenazaban cuando se produjo el rito del paseíllo, en el que participaban el murciano Rafael Rubio Luján, conocido en los carteles como Rafaelillo; el linarense Curo Díaz y el zaragozano Imanol Sánchez, dispuestos a lidiar 6 morlacos con hierro y divisa de la Ganadería Urcola, de los herederos de Victorino Martín. En el palco actuaba de presidente el concejal de Festejos bilbilitano Héctor Sarriá (PP) asesorado por Luis Díaz Horcajo. Las crónicas señalan: “Rafaelillo era el primero en torear ante Mosaico, de 510kg. Un toro de capa negro entrepelado. A los pocos más de diez minutos de festejo, una gran tormenta ha sorprendido a los asistentes Rafaelillo finalizaba su faena bajo un gran manto de agua, que le impidió recibir trofeos. El segundo de la tarde, que también estuvo pasado por agua  era anunciado con 530kg. Este era para Curro Díaz. De nombre Jaquetón y al igual que el primero, de capa negro entrepelado. A mitad de faena paraba la tormenta. El presidente le concedió una oreja. Más tarde fue el turno de Imanol Sánchez. Su toro, de nombre Matero, tenía un peso de 520kg y era negro entrepelado. Tras morir el toro tras dos estocadas, le fueron concedidas dos orejas. Al público se extrañó ver a las cuadrillas, a los toreros, a los empresarios y a los delegados haciendo corrillo en el callejón. A os pocos minutos se anunció por megafonía la suspensión de la corrida por el mal estado en el que se encontraba el albero. El empresario, Javier Munárriz comunicaba a la afición que no se iba a devolver el importe de las entradas”.  De inmediato me vino a la cabeza el desastre de la Armada Invencible, cuando los barcos españoles se estrellaron contra los acantilados irlandeses por un terrible temporal. Felipe II, al enterarse de la mala noticia dijo aquello de “mandé a mis naves a luchar contra los hombres, no contra los elementos”. La suspensión de la corrida de Calatayud también pudo ser motivo para que el ganadero hubiese calmado a la encendida afición: “Mandé a mi ganado a batirse el cobre en la arena frente a unos toreros provistos de engaño, no contra los caprichos de un imprevisto meteoro”. De haber dicho eso, o algo parecido a eso, la gente habría abandonado la plaza menos cabreada. Es lo que tienen las tardes casi otoñales y con sol de membrillo deslumbrando en la andanada.  

 

No hay comentarios: