Lo cierto es que el aceite de oliva lleva un precio desorbitado. Ya en muchos supermercados se les está colocando precinto antirrobo a las botellas. Los agricultores señalan que la causa de esa carestía es que la falta de lluvias ha disminuido la producción de aceitunas. A mi entender, puede que esa sea una de las causas, aunque no la única. Las exportaciones copan el mercado, algo que tiene claro Turquía al prohibirlas por ley. Pero España es diferente. Que se duplique o triplique el precio de artículos de primera necesidad tiene menos importancia, según parece, que el “pico” de Rubiales a una futbolista, algo que ya se ha hecho más popular que “El beso” de Gustav Klimt, que en su día produjo escándalo y fue criticado como "pornográfico" y por ser "excesivamente pervertido". Todo tiene la importancia que se le quiere dar. En el asunto del aceite de oliva español existe una escandalosa especulación y pare usted de contar, como sucede con los alquileres de viviendas, con el pan que no conoce a “su madre”; y, como dicen los cursis, con un largo etcétera. Ahora leo que el lúpulo, que se utiliza para fabricar cerveza, sufre el oídio en la provincia de León y los agricultores exigen soluciones urgentes. ¿A quién? El resultado será a corto plazo con el incremento de los costes de la cerveza, que está ganando terreno en España al vino por goleada. El Art Nouveau produjo en la puritana Europa de principios del siglo XX un cierto desasosiego. Algunos expertos consideraron ese lienzo como el beso de Apolo a la ninfa Dafne, mientras se estaba convirtiendo en laurel por una extraña metamorfosis. No sé, prefiero no entrar en metafísicas ni me he parado a pensar si aquel olmo seco hendido por el rayo del que nos hablaba Machado murió de grafiosis o de soledad en el páramo.
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