jueves, 14 de septiembre de 2023

La asamblea de los muertos

 



Pues nada, mediado septiembre vuelven a quedarse los pueblos vacíos, se acabaron las romerías, las fiestas patronales, los jaleos en las terrazas hasta la madrugada, los pitos y las flautas. Solo queda esperar el circo en las Cortes con el esperpento de Núñez Feijóo (en versión moderna de don Pelegrín),  el jaleo de las fiestas pilaristas, que no soporto, el Halloween con sus disfraces, confetis y matasuegras, y la colocación de las luces navideñas como invitación a que la gente salga a las calles y consuma, que es de lo que se trata. Los zamoranos, que desean que se permitan las batidas contra el lobo hasta que no quede uno, andan ahora preocupados por la posible muerte de un venado de ocho años y cornamenta de catorce puntas, de nombre Carlitos, al que suponen abatido en la Sierra de la Culebra. De momento, ante la duda, asoman sus cabezas por el portillo de la Traición (por el que entró y salió Bellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido) con mucho sigilo. Y en el teatrillo de guiñol patrio de los títeres de cachiporra sale a escena Aznar pidiendo a los ciudadanos la ocupación de las calles y a la rebelión cívica contra la amnistía apelando al ‘espíritu de Ermua’. Aznar,  el nuevo Polichinela, aunque sin el sombrero y  las dos plumas de gallo, pone el esparadrapo antes de que aparezca la herida; es decir, antes del posible pacto entre Sánchez y Junts per Catalunya a cambio de facilitarle votos para su investidura. Todo está por venir, aunque ya les aseguro a ustedes que no hay nada nuevo bajo el sol.

 

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