domingo, 14 de diciembre de 2025

El futuro no está escrito

 


 

No sé qué sucede. Al PSOE le ha caído una dana encima de repente. Todos los casos de corrupción le han caído encima y Sánchez ya no sabe dónde meterse. Y por si fuese poco, se ha añadido a esa lluvia torrencial una catarata de de casos de escándalos sexuales a todos los niveles. Hasta el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello ha pedido en  La vanguardia que convoquen elecciones o que se plantee una moción de confianza. Argüello haría mejor en dedicarse a controlar los casos de pederastia en la Iglesia católica, muy superiores en número a los escándalos machistas de políticos. Ahora ven los barones del PP el momento propicio para hacer elecciones en sus territorios: Extremadura, Aragón…, convencidos de su victoria. Me viene a la cabeza la historia de un anciano y un niño que viajaban con un burro, que leí en el reverso de una hoja de calendario. Al pasar por una aldea los vecinos se rieron al ver que iban andando. Le dijeron al anciano que debería ir a lomos del pollino para no cansarse. Y el anciano se subió a lomos del asno. Al pasar por otro pueblo, algunos lugareños se irritaron viendo al anciano sobre el burro. Le gritaron: “¡Parece mentira, el viejo cómodamente sentado y el pobre niño caminando!”. El anciano se apeó y montó al niño. Más adelante, en otra aldea, la gente se enfureció: “¡Qué vergüenza! El niño montado y el viejo andando”. Ante el clamor,  el niño y el viejo se subieron al asno. En el pueblo siguiente la frase general de los vecinos era: “¡Vais a reventar al animal!”. El viejo y el niño determinaron cargar al asno sobre ellos. Pero en el pueblo siguiente les gritaron: “¡Qué risa, tiene un burro y, en vez de montarlo, lo llevan a cuestas!”. En un momento dado, el burro se desplomó por un barranco y perdió la vida. Los ciudadanos deberían no hacer mucho caso a los voceros que tratan de aprovechar el torrente de descrédito al partido político que sostiene al Gobierno y que ponen dos velas, una a Dios y otra al diablo, para que Sánchez se despeñe como el pollino del relato. El periodismo no está para proteger al que gobierna, pero tampoco para denigrarlo por seguir comiendo del pesebre del rabadán que lo pastorea. El tiempo pone cada cosa en su sitio. El futuro no está escrito.

 

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