El plumilla Pérez-Maura dice hoy en su artículo de El Debate: “Yo creo que debe haber una prioridad política en España hoy. La de desalojar a Sánchez. Creo que eso está por encima de todo”. Y continúa: “Como bien explicaba el pasado domingo en El Debate el expresidente José María Aznar, en este momento Vox es un partido aliado del PSOE que es quien fomenta su crecimiento para impedir la alternativa que representa el PP. Se pasan la vida entera diciendo que el PP y Vox son lo mismo y Vox no deja de repetir que el PP es socialismo puro”. Aznar, a mi entender, debería dedicarse a no meter cizaña. Políticamente está acabado y su palabra no vale un ochavo. Fue el que dijo, y mantuvo cuando ya se sabía el origen, que la explosión de los trenes de cercanías el 11 de marzo de 2004 en Madrid había sido obra de ETA. Por si ello fuese poco, durante su mandato se produjo la mayor corrupción política en España por miembros de su partido. Como digo, haría bien en ser discreto. En boca cerrada no entran moscas, y el silencio excusa muchas necedades. Ese diario de ultraderecha se pasa el día diciendo chorradas. La última: “El truco para evitar que Hacienda se quede parte del premio de la Lotería Nacional”, como si evadir al Fisco fuese un logro de 'listos', pero luego se quejan de que las carreteras estén parcheadas, de que los trenes se retrasen, de que la Seguridad Social funciona mal, de que la enseñanza pública es un desastre... Cuentan al lector, como digo, que el truco es relativamente sencillo: “el jugador paga una pequeña cantidad adicional al comprar su décimo a cambio de una garantía de indemnización. Si ese décimo resulta premiado con el ‘gordo’, el segundo o el tercer premio, Hacienda retendrá inevitablemente su parte correspondiente, pero la compañía aseguradora abonará al ganador una cantidad exacta equivalente a los impuestos pagados”. Y se han quedado tan frescos. Es fácil de entender que Hacienda siempre recibirá su parte. Pero ni al que asó la manteca se le ocurriría hacer un seguro para un supuesto premio donde solo los primeros 40.000 euros están exentos de pago (20%) siendo conocedor de que la esperanza matemática de que le pueda tocar es de 1 entre 100.000, es decir, de un 0,001 por ciento. Es, para entenderlo, como llenar una bolsa con dos kilos y 700 gramos de lentejas en los que hay una sola semilla que hemos pintado de azul, meter a ciegas la mano, y sacarla. Y aquí es necesaria una aclaración: el dinero que pagaría la aseguradora sería una ganancia patrimonial del que lo recibe. Eso significa que tendría que declararlo en el IRPF al año siguiente. Todas sus ocurrencias son como los grandes inventos del TBO. Lo normal de aquel que adquiere un décimo de lotería y paga un seguro por ‘si acaso’ le llega la suerte es que se quede como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. De aquí puede extraerse una moraleja: “Al que nunca juega a la lotería siempre le toca el reintegro”.
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