viernes, 12 de diciembre de 2025

Revolcados en el barrizal

 

 

Observo menos spots televisivos anunciando cavas o turrones durante las navidades. Tampoco escribo ni recibo crismas con el consabido tópico de ‘próspero año nuevo’, ni escucho villancicos en la radio, ni veo belenes, ni casi salgo de compras. De los Reyes Magos tampoco espero que me saque de pobre, ni una pedrea de la tradicional lotería el 22 de diciembre. Cada día estoy más convencido de que las navidades, que ahora comienzan a finales de noviembre, se han convertido en un trastorno social aderezado con luces callejeras y bullicio de gente despistada. Es tal el bombardeo televisivo sobre corruptelas políticas encadenadas que llega a aburrir. Y un coro monocorde se deja sentir: la letra dice “aguantaré hasta 2027, váyase de una vez y convoque elecciones” y la música semeja el ‘Bolero’ de Ravel, pero con más aparato acústico de timbal y platillo. Nos hemos cargado la vitrina de las copas de champán y tendremos que brindar en Nochevieja con vasos de cartón parafinado un espumoso infame. La UCO acude Correos, Hacienda y Transición Ecológica por investigación al expresidente de  la SEPI, a Leire Díez y no sé qué dinero ‘ilícito’ de Venezuela. Hemos pasado del esperpento a la consternación. Y ahora el defraudador confeso que se llevó por delante al fiscal general del Estado resulta que no es el novio de Ayuso sino es un tal  Alberto Burnet, alguien con el mismo apellido que el personaje de Sonny Crockett en la serie Corrupción en Miami”. Para colmo, llega la borrasca ‘Emilia’ con frío y lluvias intensas. Menos mal que aprovechando el ‘black friday’ ya me he provisto de una batamanta de color maleta. Y el que venga a tras, que arree.

 

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