Emulsionar lo inmiscible

Dicen que la hostelería genera el 6% del PIB
en España. Se está haciendo bueno el eslogan “Spain is different” que Manuel Fraga, siendo titular del
Ministerio de Información y Turismo promovió en la década de los 60 para hacer
frente a otro apotegma común en la Europa democrática cuando nuestro país
estaba prácticamente aislado por la dictadura franquista, donde se señalaba que
“África comenzaba en los Pirineos”.
Hombre, en la España de entonces no cazábamos leones ni luchábamos con lanza ni
las mujeres llevaban la navaja en la liga, pero era evidente que nuestro atraso
impuesto por aquella dictadura que parecía eternizarse era considerable.
Comenzaron a colocarse en los escaparates de tiendas de suvenires toreros,
bailarinas con faralaes, toros negros zainos, castañuelas y abanicos.
Aparecieron los primeros ‘tablaos’ para
turistas en Madrid y los “toros de
Osborne” en los oteros cercanos a las infames y parcheadas carreteras. Pero
antes del eslogan promovido por Fraga hubo otro durante los años 40 y 50 que
decía “Visit Spain” en cartelones que
se solían colocar en Paradores Nacionales
casi todos del ilustrador Josep Morel,
uno de los mejores cartelistas de la década de los 30. En ellos se recurría a los
tópicos del flamenco y de nuestra fervorosa Semana Santa, en una clara
pretensión de emulsionar lo inmiscible, o sea, el catolicismo con lo profano,
pero también empezaban a tirar aunque tímidamente de conceptos más modernos
como el turismo de sol y playa o el esquí. Y poco a poco nuestra gastronomía comenzó
a ganar prestigio. Lejos fueron quedando las malas experiencias en ventorros descritos por
José María Blanco White a
principios del XIX, o los plasmados por Juan Valera de finales de ese siglo,
donde afirmaba: “Nuestra cocina ha sido siempre para los
franceses un manantial inagotable de chistes y de lamentaciones. ¿Qué gracias
no se han dicho acerca del puchero y del gazpacho? ¿Y sobre el aceite? Algunos
suponen que desde Irún hasta Cádiz el aire que se respira está impregnado de un
insufrible hedor de aceite rancio”. Todo ha cambiado. Hoy el turismo “va como
un tiro”. Con datos de 2023, la actividad turística alcanzó los 184.000
millones de euros en 2023, un 12,3% del PIB. Y sigue subiendo, aunque estamos
muy próximos a terminar muriendo de éxito, o sea, a matar la gallina de los huevos
de oro. Los hosteleros se quejan de que no encuentran camareros. La razón no es
otra que sus exiguos salarios, el abuso en los horarios de apertura y cierre, y
racanismo acendrado a la hora de pagar horas extraordinarias. Los turistas,
escarmentados por los abusos, se lo piensan antes de entrar en un restaurante. ¿Y
los cocineros? Los que entran a trabajar lo dejan inmediatamente el día
después. Por algo será. La OCU ha revelado los 10 abusos más habituales, todos
ellos ilegales. El último 'invento' hostelero consiste en añadir un suplemento a
la cuenta “por festivo”, que equivale
a decir “porque yo lo valgo”. Mañana hasta puede que obliguen al cliente a dejar propina, como en los Estados Unidos. ¡Chupa
del frasco!
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