Hay lectores que comienzan a leer la prensa por las esquelas
mortuorias. Camilo José Cela comentó
en varias ocasiones que coleccionaba las esquelas del ABC. Pero lo que yo no sabía es que José Luis Casaus, aragonés de El Buste, en un viaje a Líbano
conoció a Elena Lupiáñez Salanova,
tuvieron una relación sentimental y, de esa relación, nacieron dos hijos
gemelos: Yuri y Boris, concebidos en Leningrado. A los pocos años de ser madre,
Elena falleció, hace ya 21 años. Y desde entonces, Casaus, todos los años,
coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento, 21 de marzo, pone una
esquela en el diario El País (del que
fue socia fundadora) donde le va contando él a ella (aunque en realidad se lo
cuente a los lectores) los principales acontecimientos que están marcando su
vida sin compañera y las contingencias referidas a sus hijos. Así, por ejemplo,
la esquela referida al IX aniversario de su muerte cuenta: “Elenita: Los carnuzos de la
España negra se han colocado de peones del veneno de la América Ilustrada,
que, ciscándose en la legalidad internacional, va a reventar hierros y pólvora
mortales sobre los hijos de Babilonia; dónde las primeras palabras escritas y
dónde el código de leyes de Yammurabi de hace 6.000 años. Esta guerra que nos
echan encima tan obscenamente ha hecho perder la inocencia de tus hijos Yuri y
Boris. JL Casaus”. La esquela del año siguiente: Elenita: el tren vino con el progreso para trasladar civilización y,
aún, para que tú jugases con tus hijos; ¿te acuerdas? Estos días, sin embargo,
el fanatismo terrorista ha cargado ese tren de barbarie, infamia y muerte.
Aunque calados por el horror, Boris y Yuri, tus hijos, recuerdan esos días de
estaciones, vías, revisor, vagones, semáforos, maquinista, mercancías,, carbón,
locomotoras… y viajeros. JL Casaus.”. Y en el xv aniversario: "Elenita: cuando sugerí a tus hijos, Boris y Yuri, la lectura de las 1104 páginas de 'Vida y destino' (Vasili Grossman), me replicaron que estaban más interesados en la obra 'El camino del paraíso está asfaltado de tetas'. Entendí que era un librito de haikús o tal vez de tankas y los cubrí de besos. Me tranquilicé cuando supe que era una suerte de concurso televisivo de hechuras anatómicas y que no malgastaban su vida con la literatura japonesa.JL Casaus". En fin, “cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”.
(Por cierto, aprovecho, aunque ya lo he hecho en otras ocasiones, para decir
que esa frase, atribuida a Miguel de Cervantes no aparece en El Quijote. Se remonta al romancero
derivado del Cantar de Mío Cid,
cuando Rodrigo Díaz de Vivar le dice
a Alfonso VI, cuando le propone al
guerrero conquistar Cuenca: “Muchos males han venido por los reyes que se ausentan...”
y el monarca le replica: “Cosas tenedes, Cid,
que farán fablar las piedras”). Y
hecho ese paréntesis necesario, aclararé que cada uno es libre de poner en las
esquelas mortuorias aquello que le venga
en gana, que para eso las paga. A fin de cuentas, lo que hace anualmente el
señor Casaus no es cosa distinta que una somera crónica, aunque muchos lectores
de El País no acierten a comprender.
Tampoco yo entiendo qué le ha sucedido a ese medio informativo del Grupo Prisa, una vez conocida su falta
de liquidez económica y su venta al mejor postor. El País ya no es ni la sombra de lo que fue. Lo expresaba bien, a
mi entender, Miguel Ángel Aguilar,
en su reciente artículo de New York Times,
cuya valentía le costó el puesto.
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