Dice hoy en El País
Almudena Grandes: “Los políticos
españoles, ya se sabe, se dividen en dos clases. Los que sienten que este país
es suyo porque lo heredaron de sus abuelos, y los desaprensivos, advenedizos,
muertos de hambre, que tienen la osadía de aspirar a disputárselo”. Y hay
columnistas que de forma continuada (iba a decir de forma gratuita, pero mejor
no lo digo, ya que cobran por contentar
a los habituales lectores de esa prensa de butacón, o por dar por el saco)
escriben al goteo sobre la “gentuzocracia en que se está convirtiendo España”,
al hacer referencia a unos “podémicos
y asimilados que lo piden todo por lo civil”. Pues sí, claro, por lo civil,
como debe ser. El Gobierno no ha podido destituir al general Julio Rodríguez de nada, puesto que
estando en la Reserva
solicitó en tiempo y forma su pase al retiro para poder ir en las listas de una
formación política el próximo 20 de diciembre. Y como en su tremenda pataleta
infantiloide, el Gobierno que preside Rajoy
no ha podido mandarle a la sala de
banderas del ostracismo más ignominioso, “su destitución –como señala
textualmente Almudena Grandes- se limita
al cargo de vocal de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo,
una especie de comité de honor encargado de asignar condecoraciones”. Pero
al que fuera hasta hace sólo tres años jefe del Estado Mayor de la
Defensa, esa “destitución de caca”, equivalente a mandar
el sargento chusquero a cortarle el pelo al cero al recluta por llevar el paso
cambiado, supongo que le estará produciendo hilaridad al ilustre y demócrata
general de cuatro estrellas. “Nadie exige neutralidad, por ejemplo, –continúa
escribiendo Almudena Grandes- al ministro de Defensa, que favorece con
contratos millonarios a empresas de cuya dirección formó parte antes de aceptar
el cargo. Este caso ejemplar de puerta giratoria no inspira al Gobierno
desconfianza alguna, aunque el ministro no se haya dignado a informar de si
adjudicó esos contratos a dedo o a través de un concurso público”. Ignoro si los políticos que
nos gobiernan se consideran herederos de sus abuelos; es decir, de aquellos que
iniciaron una guerra civil para terminar con el Gobierno legítimo de la República. Pero sí
me consta [Infolibre, 10/12/14] que
“el PP rechazó en el Pleno del Senado una moción propuesta por el PNV y apoyada
por el resto de los partidos para reanudar la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica,
tomar medidas para reconocer a las víctimas del franquismo y colaborar en la
recuperación de desaparecidos”. Vamos, verde y en botella.
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