Me alegra saber que todavía no está fondeado el buque Uruguay en el Puerto de Barcelona por si
las moscas, o sea, por si puede servir de barco-prisión para los catalanes en
rebeldía como sucedió el 7 de octubre de
1934, cuando las tropas de Domingo Batet
entraron en el Palacio de la
Generalitat y
detuvieron a Companys, Tarradellas,
Xirau, Casanellas, Ruiz, al
presidente del Parlamento, Joan
Casanovas, al alcalde, Carles Pi y
Sunyer y a los concejales de ERC que les seguían. De paso fue hecho
prisionero Manuel Azaña, que se
encontraba en Barcelona para asistir al entierro de su amigo y exministro Jaume Carner, fallecido de cáncer de
garganta. También noto un cierto sosiego al enterarme por el columnista de ABC Antonio Burgos de que no está previsto
mandar a la Legión
para que pueda poner orden en Cataluña. “La cabra Pablito –cuenta Burgos- sabe desfilar muy derechita y garbosa por
el Paseo de la Castellana,
pero de la Diagonal
no tiene puta idea. Se despistaría y sabe Dios dónde acabarían los del chapiri,
con la cantidad de pasos por minuto que dan esos señores de verde y de pelo en
pecho...”. Por eso digo que de momento la están peinando. Rajoy ha pedido un informe al Consejo de Estado, donde se
encuentran, entre otros, para aconsejarle
Rodríguez Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega. Zapatero fue el que dijo en su día que su Gobierno apoyaría
lo que saliese del Estatuto de Cataluña. María Teresa era entonces la
vicepresidenta. ¿Recuerdan? Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la
vida, ¡ay Dios! Para el que no lo recuerde, al laureado general Batet también
lo fusilaron el 18 de febrero de 1937 al negarse a secundar el golpe de Estado
de 1936. Ahora Rajoy ha acudido al Tribunal Constitucional, que ha suavizado la
petición del Gobierno “y –como señalaba ayer El País- sólo advertirá a los 21 altos cargos catalanes de que
eventualmente podrían incurrir en responsabilidades penales en caso de que
incumplan la suspensión de la declaración independentista”. Pero la Generalitat –y así lo
ha recalcado la vicepresidenta del Gobierno catalán, Neus Munté, se
mantiene en que “la voluntad política es seguir el mandato del Parlament”. Y Felipe VI le ha dicho a una comisión de
niños que “son días complicados”. En esas estamos. Yo, si se me permitiese,
dejaría suelta a la cabra Pablito, con el chapiri puesto y el barbuquejo caído,
durante unos días por el Parque de la Ciudadela como quien no quiere la cosa, es decir,
pastando a sus anchas en el césped que hay cerca del estanque ovalado con la
célebre escultura Desconsuelo, de Joseph Llimona, por ver si de ese modo
los catalanes entran en razón, vuelven al redil, se olvidan de airear la estelada, que eso son cosas de Cuba y
Puerto Rico, y dejan de cantar Els
segadors, que la cabra Pablito ya se encargará de que el césped esté
debidamente cortado como pelo de recluta con su voraz apetito.
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