Personalmente me uno a las críticas que ha recibido la
“restauración” del Castillo de Matrera de Villamartín en el cerro Pajarete, en
Cádiz, que data del siglo IX y que fue calificado en su día como Bien de
Interés Cultural. Una cosa es consolidar los muros, que le hacía falta, y otra
muy distinta pegar unos bloques de piedra a un cubo blanco que destroza el
paisaje. Además de ello, ha desaparecido parte de la muralla exterior. Lo que
queda en pie son los restos de la torre
del homenaje del castillo ya inexistente. Según
leo en El País, Carlos Morenés, vicepresidente de la
asociación Hispania Nostra ha
comparado tal “fechoría” con la ejecutada por Cecilia Jiménez en el Ecce
Homo de Borja. Y ha añadido que "es una vergüenza para España, un
desprestigio. La prensa internacional la ha calificado como la peor
restauración del mundo. Se ha llevado al extremo la legislación sobre
restauración que obliga a distinguir las partes nuevas de las originales y se
ha dañado el entorno con una cosa blanca, enorme. La actuación va en contra de
toda norma, incluso, de la ley de patrimonio andaluz". Lo peor de todo es
que la actuación ha contado con el visto bueno de la Consejería de Cultura,
que concedió al arquitecto Carlos
Quevedo el plácet para la realización de ese proyecto. Dentro de lo malo,
el castillo ahora convertido en adefesio, está en una finca privada y ha sido
su dueño el que ha costeado la obra. Que con su pan se lo coma.
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