lunes, 25 de abril de 2016

Sobre coches de alquiler, cargos honorarios y demás zarandajas





Leo que el Congreso de los Diputados estudia que los taxis porten matrículas de color azul para evitar el intrusismo. No está mal la idea, aunque reconozco que en ese asunto hay poco que estudiar. Se modifica la ley en diez minutos y asunto resuelto. Mejor dicho, en dos minutos. Con los otros ocho restantes todavía pueden los miembros de la Mesa (que disponen de coche oficial) tomar un café en el bar  de las Cortes y hasta leer la cabecera de La Razón, el periódico que dirige Marhuenda desde las tertulias televisivas. No todos los ciudadanos tienen como él el don de la ubicuidad. Si acaso el periodista Graciano Palomo, que aparece en todas las salsas, se peina hacia atrás con una lendrera y tiene aspecto de camarero de mesas del Ateneo de Madrid. De la misma manera, los diputados, que andan mano sobre mano y que desde los últimos comicios generales tienen menos trabajo que el Cabildo Metropolitano de Zaragoza, que dicho sea de paso no dejó pintar una pechina en El Pilar a Antonio López porque –según consideraron- la cara por el artista proyectada podría ser la de la Virgen o la de otra mujer, como si esos canónigos conociesen el verdadero rostro de María, los diputados, digo, deberían estudiar que los coches oficiales llevasen matrículas de color  fucsia. Así comprobaría el ciudadano de a pie cuántos coches del Parque Móvil circulan por Madrid y por el resto de las Autonomías al servicio de la Mesa, ministros, secretarios generales, subsecretarios, magistrados del Supremo, directores generales, alcaldes, concejales y demás ralea. Recordemos que el Parque Móvil del Estado se creó en 1935 y que, por poner un sólo ejemplo de despilfarro, el Ayuntamiento de Torrelodones dispone a día de hoy de más de 30 coches oficiales propios o alquilados. Está bien que los diputados estudien y propongan. Pero que lo hagan con rapidez, ya que el próximo día 2 de mayo a muchos de ellos se les acabará el chollo, se les secarán las membranas y los tegumentos y deberán volver a la vida que tuvieron antes de figurar en las listas de los organigramas partidistas. Y hasta puede que Mariano Rajoy deje de ser presidente de un Gobierno que no aparece por la bancada azul del Congreso porque el hecho peregrino, según entienden ellos, de estar en funciones. Pero en funciones y todo, al ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, todavía le ha quedado tiempo para nombrar al ubicuo Marhuenda comisario honorario, que no sabemos muy bien para qué sirve. Recuerdo que a Camilo José Cela le nombraron cartero honorario. Tenía la ventaja de no franquear la correspondencia. Y a Antonio Mingote, guarda honorario del parque de El Retiro, lo que le permitía poder vestirse con una casaca gris adornada con una  banda roja, botones dorados en los puños, pantalones asegurados con un dilatado cinturón de cuero negro que se ajustaban con una hebilla grande también de color dorado y sombrero de ala ancha. Pero lo de comisario no sé…, habrá que verlo.

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