jueves, 7 de abril de 2016

Una comisaría no es una tienda





Leo en la prensa local que “la Policía Nacional cerrará por las noches y festivos las zaragozanas comisarías de San José, Arrabal y Centro, dejando operativas sólo las de Áctur y Delicias. Tal medida me parece fuera de lugar y no me sirve que se diga que con tales medidas “se busca mejorar la operatividad”, al ser “parte de una reestructuración organizativa”. Imaginen ustedes que hicieran lo mismo los hospitales públicos, donde no cabe duda de que el consejero Sebastián Celaya Pérez también dará por hecho de que la responsabilidad de su empleo busca mejorar la operatividad  del Servicio Aragonés de Salud, ese organismo transferido en su día a la Comunidad Autónoma de Aragón. Pero la realidad es que por aquello  de la “reestructuración organizativa” también en Sanidad hay deficiencias profundas, como demuestra  el hecho de que, por ejemplo, el Hospital de Barbastro tenga un déficit de doce especialistas (cuatro traumatólogos, cuatro radiólogos, tres ginecólogos y un cardiólogo). Pero el tema sanitario en Aragón es responsabilidad  del socialista Javier Lambán y el tema de la Policía Nacional es responsabilidad del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, que parece preocuparse más de imponer medallas a la Virgen que de tener operativas las comisarías durante las 24 horas del día; y ello produce la consecuente inseguridad en el ciudadano, que paga abultados impuestos. Cerrar comisarías por la noche y en festivos es propio de un Estado fallido, donde te matan por la calle a pleno día y no pasa nada. Y mi primera “colleja” simbólica vaya para el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, al que respeto y aprecio. Debe comprender don Gustavo que no es admisible de ninguna de las maneras que un ciudadano se acerque por la noche o en fin de semana a una comisaría para presentar una denuncia y se encuentre que está cerrada al público, como si se tratase de una ferretería, una tienda de ultramarinos, o un estanco. Eso no es concebible en un Estado de derecho. Al menos, a mí así me lo parece.

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