A la mar, marea, y a la Virgen, cirios
Estos días recibe el presidente en funciones Pedro Sánchez
a Rivera, a Casado y a Iglesias en
La Moncloa. Me parecen bien tales reuniones. Con ello, a mi entender, no se le
quita protagonismo al Jefe del Estado.
No sé el grado de satisfacción que habrán en esos dirigentes de partidos tras
esos encuentros Ignacio Ruiz-Quintano,
con esa fina ironía que le caracteriza, señala hoy en ABC: “Entran Rivera y Casado de Romanones y Dato a La Moncloa (¡No
a La Zarzuela!) y salen, tan pichis, de Azaña
y don Niceto”. Herrera, en ese mismo diario, cuenta algo que pudo pasar en aquellos
encuentros que, según ciertos sectores, deberían haberse producido en alguno de
los salones de la Cámara: “En cierta manera, creo que
tiene razón Iglesias: yo he venido contigo hasta aquí, yo apoyé tu moción de
censura, yo firmé documentos de emprendimiento político contigo, yo pacté
contigo la subida de Salario Mínimo, yo he sangrado algunos diputados a favor
tuyo... ahora no me puedes dejar tirado en la cuneta y entenderte con otros. Yo
no puedo quedar como el grupo subsidiario que te sugiera el nombre de un
catedrático para llevar un ministerio menor. Yo tengo que formar gobierno
contigo, si no quieres que sea vicepresidente me parece bien, pero un par de
ministerios de los de gastar me los debes dar a mí”. Rivera le dijo, según
parece, que le ayudaría a aplicar otro 155 en Cataluña, así, sin venir a
cuento. ¡Vaya con el sietemachos! ¡Pero si sólo cuenta con cuatro senadores!
Tiene guasa la cosa. Y Margarita Robles,
con consejos al estilo de Elena Francis,
y utilizando los métodos del doctor
Trueta tras la batalla del Ebro, dice que esos encuentros monclovitas son “una
oportunidad para bajar los niveles de confrontación y encontrar puntos de
encuentro en cuestiones de Estado”. Ja. Y el diario aragonés Heraldo de Aragón me despierta esta
mañana con un titular alarmante, (“Agravio
comparativo”), donde señala con cierto poso de amargura: “Aragón arrastra
dos carencias desde hace ya muchos años que limitan su desarrollo de forma muy
relevante. Por una parte, un evidente déficit de
infraestructuras de transporte. Por otra, un peor trato presupuestario de los
Gobiernos centrales en comparación con otras comunidades autónomas. La última prueba es la
discriminación que sufre Aragón en la bonificación de peajes de autopistas, que
ahora se va a acentuar tras la cesión al País Vasco del tramo de la AP-68 a su
paso por las provincias de Álava y Vizcaya”. Ese “agravio comparativo” es de
difícil manejo. Aragón es un territorio
muy poco poblado en relación con su superficie y su “peso político” en nada es
comparable al del País Vasco. Lambán, por otro lado, apoyó
incondicionalmente a Susana Díaz para la Secretaría General del PSOE. Y llegó
a decir aquello tan sublime de “Susana Díaz es la trianera tocada por los
dioses del socialismo y la política”. ¡Qué bello! Se equivocó, como se
equivocaron Pérez Anadón y su pequeño combo. Todo
está escrito. Y los ciudadanos, también Sánchez, tienen memoria. Recuerden
cuando Lambán intentó justificarse: “No sólo el aparato apoyó a Susana Díaz,
también hay aparatillos y aparatejos y cada uno con sus intereses”. Y usted,
señor Lambán, ¿a cuál de los tres pertenecía? ¿Qué le dijo a Sánchez en el
Comité Federal? Dígalo de una vez, sea valiente.
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