¿El sevillano es triste?
Ramón
Reig,
en El Correo de Andalucía, afirma: “No
creo en la alegría del andaluz ni en la del sevillano, eso lo dejo para los
tópicos de por ahí pero a mí no me la dan. Creo que son más alegres los vascos y los cántabros
que los andaluces”; para, a continuación, añadir: “Hay un tipo de
sevillano que parece como si se viera obligado a hacerse el gracioso y a
destacar por allí donde vaya. Una vez vi a un grupo de sevillanos bailar
sevillanas bajo la Torre Eiffel y sentí vergüenza ajena. Otras veces los veo
por ahí, viajando en avión, y hablan muy alto, como para hacerse notar. ¿Tan
poco se quieren? En otro artículo del mismo diario, pero del día anterior, el
mismo autor señala que el sevillano es triste. Cita textual: “El 20 de
septiembre de 2015 el periodista Luis
Sánchez-Moliní entrevistó en Diario de Sevilla al que fuera
catedrático de psiquiatría de la Universidad de Sevilla, asesor de la Unesco y
autor del libro ‘La psicología del sevillano’, Jaime Rodríguez Sacristán, quien, a la pregunta ‘¿Cómo es la psicología del sevillano actual?’,
declaró lo siguiente: ‘Es una persona muy conflictiva interiormente, muy
complejo, que no se conoce bien a sí mismo y que tiene más problemas de autovaloración y de valoración de su entorno de lo
que parece. Desde luego, es muy complicado. La tristeza y la
melancolía es algo que tantos poetas sevillanos han expresado. No es casual que
Bécquer, Machado y Cernuda sean
sevillanos. Ahí hay mucho de genético”. Antonio
Burgos, en ABC entiende que hay
dos Ferias de Abril en Sevilla: “la del señorío de siempre, de los clubes de
abolengo, la de los trajes color garbanzo en los señores y las muchachas
lindísimas vestidas de flamenca, y las señoras guapas y con estilo; y la de las
trastiendas, de gente zarrapastrosa,
mal vestida, llena de turistas en calzones cortos y con gorra de béisbol,
muchos con mochila a la espalda. De gente ordinaria y mal educada; además con
mal vino, siempre en riesgo de bronca”. (…) Continúa sosteniendo Burgos: “Y la
cuestión es que de las dos Ferias, la de la elegancia y la de la ordinariez,
esta última es mucho más extensa, ocupa más espacio y la vive mucha más gente.
¿Y los coches de caballos? Aparte del turista en el taco que se alquila un
pesetero para estar en el paseo de coches y su aquí-mi-señora se pone una flor
horrorosa y un como mantoncillo que nada pega por la tarde, en la mayoría de
los coches va gente mal arreglada, descamisada, sin el menor estilo. Gente fea,
en suma. Gente ordinaria. Chusma. Sudorosa y bebiendo con muy mal estilo allí
arriba, ¡botellines de Cruzcampo a
morro! Y los cocheros, vestidos de cualquier manera, nada de catites o
chaquetillas: en mangas de camisa”. Sólo le ha faltado decir que todos ellos, los
componentes de esa chusma, son los seguidores de Podemos en precampaña
electoral haciendo afición y proselitismo entre el populacho, dispuestos a montar una guillotina en la calle del
Infierno, donde antaño estuvo el Teatro Chino
de Manolita Chen (muerta en un asilo
de Espartinas) para acabar con la Casta
que todo lo entristece.
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