Mal empieza la XIII
Legislatura. La decisión tomada por la Mesa de la Cámara de suspender de sus
funciones a los presos catalanes una vez pasados los comicios no es serio.
Hubiese sido mejor, a mi entender, no dejarles presentar candidaturas. De esta
guisa, la Cámara, compuesta por 350 diputados se quedará en 346 y aquellos
ciudadanos, que votaron a unos líderes políticos que aparecían en las listas electorales
pese a que estaban sufriendo prisión preventiva al no estar condenados en firme, han visto recortado su derecho al
voto de la forma más chusca. La presidenta, Maritxell Batet, hizo la correspondiente consulta por salir de
dudas al Tribunal Supremo y éste, el Tribunal Supremo, se limitó a devolverle
la pelota a la Presidencia del Congreso, como en el juego de tenis. O como en
el juego de la oca: “del treinta al laberinto, del laberinto al treinta”. Y la
Mesa, dada la penosa situación, tuvo que resolver con el voto negativo de Gerardo Pisarello, secretario primero
de la Mesa y de Gloria Elizo, vicepresidenta
primera, ambos de Unidas Podemos. Dosdiputados que lo primero que han hecho ha sido retirar la bandera de
España de sus respectivos despachos. Ahora, lo que está en entredicho es el
artículo 23 de la Constitución. La colocación de ambos miembros en la Mesa fue
por la presión a la que Sánchez se
plegó por contentar a un osado Pablo Iglesias,
que ya sueña con tocar poder, coche oficial, despacho y escoltas en el Ejecutivo.Y Sánchez, que sólo
dispone de 123 escaños del PSOE, le susurra a Iglesias lo de canción de Pepe Pinto: “¿Quieres un vestío? ¡Catorse!/ ¿Quieres un reló? ¡De brillantes!”.
Todo para que no le entre la pataleta al tipo del chalé de La Navata. ¡Hay que
joderse!
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