Se acabaron las procesiones en Sevilla, los piropos
que se lanzaban a las imágenes de vírgenes desde las aceras y las saetas que se
cantaban en los balcones alquilados, previo pago acordado por el que nunca da
la cara. Ya sólo queda como fosilizada la cera desprendidade los cirios de los priostes en el suelo de
la calle Sierpes. Y esta noche se acaba la Feria
de Abril, que este año ha sido en mayo. Ahora queda expedito el camino de
caravanas engalanadas por las marismas del Guadalquivir hasta el Rocío, con sus tartanas, sus mulas acicaladas,
los rebujitos para calmar el secaño, los faralaes y los ayes de los palmeros entre el polvo del camino, los tábanos y un
sol de plomo. En el Sur nunca acaba la fiesta. Pero, como dijo el filósofo
rumano Emil Ciorán, “ya va siendo
hora de sacudir a la gente, sacarla de sus sueño a sabiendas de que con ello se
comete un crimen, y de que valdría mil veces más dejarla donde está, puesto que
al despertarla no tenemos nada que ofrecerle”. Lo malo de todo es que las
revoluciones, aunque sean incruentas para salir de un marasmo atosigante, nunca
las hacen los pobres. Las sublevaciones que terminan en tragedia siempre las
intentan, a veces hasta lo consiguen, tipos frustrados cuando descubren que
pasa el tiempo y que no se cumplen sus expectativas. “Sufrir (también lo dijo
Ciorán), es la manera de estar activo sin hacer nada”. Y añadía el autor de “Del inconveniente de haber nacido” y de
“Breviario de podredumbre” que “no
son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los
insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos
minan meticulosamente como el tiempo”, o como mira impasible el giraldillo
alzado en el balcón y sobre el cuerpo de las azucenas, añadido al minarete,
algunos sostienen que erigido para conmemorar la victoria almohade en la
batalla de Alarcos, que antaño era rojizo y que más tarde fue convertido en
torre campanario de la catedral. El giraldillo está activo sin hacer nada. Se
mueve por donde suele asomar el viento, soplando.
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