jueves, 14 de noviembre de 2019

Lenguaje coloquial


Me entero que la palabra más larga que aparece en nuestro Diccionario de la RAE es “electroencefalografista” y que la única palabra que tiene todas las vocales en orden es “albericoque”, que se usa en Burgos y Aragón. En Burgos no sé, pero en Aragón el albaricoque tiene diferentes maneras de llamarse. Que yo sepa: albérchigo, alberge (también en La Rioja), damasquino y “domasquino”, que no deja de ser un vulgarismo. Existen otros, en el campo semántico aragonés de las frutas y verduras, tales como ababol (amapola), aliaga (aulaga), morcacho (centeno), panizo (maíz), espirigallo  o pipirigallo (esparceta),  mangrana o mingrana (granada), presco, o presiego, o presquilla (melocotón). También se usa el vulgarismo baturro molocotón. Espinay o espinae (espinaca), etcétera. Algo parecido sucede con determinados animales: paniquesa (comadreja), tajugo o tajubo (tejón), ardacho o fardacho (lagarto), zapo (sapo), boque  (macho cabrío), sargantana o zarandilla (lagartija), caparra (garrapata), mardano (carnero), cuchareta o cucharón (renacuajo), macho (mulo), cardelina (jilguero), etcétera. La diglosia se produce habitualmente en las letras de las jotas y en los chascarrillos, donde la “familiaridad” del lenguaje “baturro” de zonas rurales predomina sobre el lenguaje formal.  Es el llamado lenguaje alternativo (coloquial y costumbrista) utilizado en los relatos de Braulio Foz, Pedro Arnal Cavero, Gregorio García Arista, o Atanasio Melantuche, que utilizó el seudónimo de El Barbo de Utebo para sus escritos satíricos y políticos. Sobre este curioso personaje sabe mucho Javier Barreiro. Sólo destacaré sus zarzuelas costumbristas “El Olivar”  (1902), que compuso junto a García Arista, con música de José Serrano y Tomás Barrera; “La vara del alcalde” e “Ideícas” (1905); “Danze baturro” (1904);“La tajadera” y “! Cómo cambean los tiempos ¡” (1909);  etcétera.

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