miércoles, 13 de noviembre de 2019

Entre el éxtasis y la alucinación


El abrazo entre Sánchez e Iglesias que asoma en la portada de casi todos los periódicos de hoy se me antoja inquietante y poco esperanzador. A Iglesias sólo le falta una boina negra con una estrella de cinco puntas y una escarapela en su chaqueta con el semblante del Che. Se me antoja que los españoles vamos a sufrir en poco tiempo todos los males, salvo la glosopeda, que ataca al ganado vacuno, y la mixomatosis, que embiste de lleno a los saltarines conejos montaraces. No queda otra que armarnos de paciencia y sosiego. El abrazo de Sánchez que asoma  en la portada de casi todos los periódicos, digo, por asociación de ideas me recuerda el abrazo que el oso le dio a Favila, hijo de don Pelayo y de Gaudiosa. Iba de cacería y cerca de la aldea de Llueves se topó con un plantígrado. Soltó el azor que llevaba en el brazo, echó mano a su espada y se tapó con el pavés. De nada le sirvió su linajudo coraje. Aquel hambriento oso regicida le  devoró  sin contemplaciones. Pero “no hay mal que por bien no venga”, como dijo Franco tras el asesinato de Carrero. La muerte de Favila permitió la unión de los cántabros y los astures, al pasar la corona asturiana a su cuñado Alfonso I, casado con Ermesinda, hermana de Favila, y ser hijo de Pedro, duque de Cantabria. El futuro vicepresidente del Gobierno ya pide coordinar las áreas de Trabajo, Vivienda, Sanidad, Transición Ecológica y dos huevos duros. Pero tendrá cerca la sombra de la higuera, o sea, a otra vicepresidenta, Nadia Calviño, que se encargará de las cuestiones económicas y de hacer los nuevos Presupuestos. ¡Ahí es donde le duele! Ahí, justo ahí, comenzarán las posibles hostilidades entre el émulo de Favila (el Mesías Prometido de los desharrapados) y el oso hambriento de ajustes (ese Ángel Azul al que se encomienda con devoción el Ibex 35 y la Patronal, y al que la señora Botín hace novenarios en el santuario del Cristo de la Agonía, en Limpias). No sé. Hasta es posible que la sugestión colectiva de los españoles  más escépticos, entre los que yo me encuentro,  termine consiguiendo que veamos gigantes donde sólo existen molinos de viento. Cosas más raras se han visto.

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