Recuerden cuando Sánchez dijo que con Podemos en el Gobierno no podría dormir
tranquilo. Eso fue entonces, quiero decir, hace sólo unos meses. Pero resulta
que ahora, cuando todo se ha empeorado para el PSOE, resulta que Sánchez
estaría dispuesto a entregar a Iglesias
la vicepresidencia a cambio de poder ser investido. Como en la canción de Pepe Pinto: “Quiero un vestío, quiero un reloj, de brillantes”. ¿Alguien
entiende algo? Aquí los que ya no vamos a poder dormir tranquilos somos los
españoles tras este quilombo preñado de dislates, en este palenque de gallos. Como señala Félix Madero en Vozpópuli: “No hay alegría en la derrota. Y no hay nadie en el PSOE
que tenga el valor suficiente para reconocer que han ganado, pero que han
perdido; que son ellos los primeros culpables de darnos una España llena de
interrogantes y complicaciones. Nadie que advierta ahí de los peligros de hacer
un gobierno con el sustento de un partido, ERC, cuyo jefe es un delincuente
condenado por sedicioso”. Una cosa es conseguir la investidura y otra muy
distinta garantizar la gobernabilidad. El
País, en su editorial de hoy especifica que “la primera e ineludible tarea
de cualquier Legislativo salido de las urnas, sea cual sea su composición, es
configurar un Ejecutivo en torno a un programa. Y la obligación de negociar ese
programa no puede trivializarse hasta quedar confundida con la resolución de un
banal rompecabezas de números y letras”. Esa previsible jaula de grillos podría
acabar como el rosario de la aurora a corto plazo. Tiempo le pido al tiempo…
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