jueves, 28 de noviembre de 2019

Si no se identifica, al pilón



No cabe duda de que la gente de los pueblos pequeños y de las aldeas de la España vaciada (que suena como cuando a una mujer le extirpan la matriz) está bastante alarmada desde que ve y escucha los telediarios de La Cinco que son como la nueva versión de La Linterna. No me refiero a ese programa nocturno de la COPE que gobierna Ángel Expósito, tampoco a los romances de ciego ni a la literatura de cordel, sino a aquella revista de incendios, asesinatos, robos y estafas que precedió a El Caso y que salió por primera vez de las rotativas en 1936. En un excelente ensayo de Rosa María Rodríguez Cancela (“La prensa de sucesos en el periodismo español”, Universidad de Sevilla) su autora cuenta que “el reportero de sucesos de principios del siglo XX ejercía su profesión con no pocas dificultades: mal pagado, mala imagen y desprestigiado, inaccesibilidad a las fuentes policiales, etcétera. Pero sí tenía una ventaja y era la de disponer de más independencia y no depender exclusivamente de la fuente institucional o policial. El reporterismo de sucesos tenía además un mérito extraordinario, al requerir de mayor esfuerzo para conseguir esclarecer a los lectores los motivos de un asesinato. La información política buscaba al periodista, mientras que la información criminal tenía que ser investigada por el periodista”. No cabe duda de que el franquismo censuraba toda la información pero, según  Justino Sinova (“La censura de prensa durante el franquismo”, Espasa Calpe, Madrid, 1989) “la finalidad que se trataba de ofrecer sobre las noticias de sucesos era moralizante, al tratar de transmitir a la sociedad el mantenimiento del orden público y la moralidad”. Como decía al principio, la gente de las aldeas remotas pretende que en sus calles se instalen cámaras de videovigilancia en núcleos de menos de 250 habitantes. Así, el diario Heraldo de Aragón señala hoy en sus páginas el ejemplo la comarca de Ribagorza,la más extensa del Pirineo, con 34 municipios y 192 núcleos de población repartidos en 2.380 kilómetros cuadrados, que solo cuenta actualmente con un agente de la Policía Local, el que tiene el Ayuntamiento de Benasque”. Y añade que “para paliar la falta de vigilancia, ya que la Guardia Civil no puede llegar a atender todo el ámbito rural, algunos alcaldes han solicitado la instalación de cámaras de videovigilancia, pero su pretensión se topa una y otra vez con la normativa, ya que solo los municipios con cuerpo de Policía Local capaz de custodiar las imágenes pueden contar con estos dispositivos”. Sólo queda una drástica solución: cuando un forastero con la nariz torcida o una cicatriz en la cara aparezca, rué por sus quebradas callejuelas esquivando cascarrias y no se identifique debidamente ante el cura ecónomo, el juez de paz, o los ancianos que toman el sol junto a una tomatera, al pilón de cabeza. Así escarmentará.

No hay comentarios: