lunes, 11 de noviembre de 2019

¿Y ahora, qué?



Esto es lo que se llama hacer un pan como unas hostias. Hemos ido de Guatemala a Guatepeor. Es como si en el juego de la oca hubiésemos caído al pozo y tuviésemos que volver a la casilla de salida. Dice en un editorial El País que “Las elecciones generales no han resuelto las dificultades para acordar una mayoría de gobierno. Por el contrario, las han agravado, corroborando la inutilidad de regresar a las urnas en busca de solución aritmética para un problema que era y es de otra naturaleza. Trasladar la lógica de la mayoría absoluta desde los partidos a los bloques ha provocado una grave parálisis política y, simultáneamente, una polarización y una radicalización de la vida pública española cuyo resultado más palpable ha sido el alarmante fortalecimiento de la ultraderecha”. Aquí, por lo que se desprende, gran parte de la ciudadanía está convencida de que lo mejor, no sabemos para quién, es retroceder cincuenta años en el tiempo con todas sus consecuencias. Sánchez sacó los huesos de Franco de su sepultura en Cuelgamuros para que reinara en Mingorrubio después de morir, como Inés de Castro, otra ilustre gallega. ¿Y ahora, qué? Paciencia y a barajar.

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