Esto es lo que se llama hacer un pan como unas
hostias. Hemos ido de Guatemala a Guatepeor. Es como si en el juego de la oca
hubiésemos caído al pozo y tuviésemos que volver a la casilla de salida. Dice
en un editorial El País que “Las elecciones
generales no han resuelto las dificultades para acordar una mayoría de
gobierno. Por el contrario, las han agravado, corroborando la inutilidad de regresar
a las urnas en busca de solución aritmética para un problema que era y es de
otra naturaleza. Trasladar la lógica de la mayoría absoluta desde los partidos
a los bloques ha provocado una grave parálisis política y, simultáneamente, una
polarización y una radicalización de la vida pública española cuyo resultado
más palpable ha sido el alarmante fortalecimiento de la ultraderecha”. Aquí,
por lo que se desprende, gran parte de la ciudadanía está convencida de que lo
mejor, no sabemos para quién, es retroceder cincuenta años en el tiempo con
todas sus consecuencias. Sánchez
sacó los huesos de Franco de su
sepultura en Cuelgamuros para que reinara en Mingorrubio después de morir, como Inés de Castro, otra ilustre gallega. ¿Y ahora, qué? Paciencia y a
barajar.
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