viernes, 26 de junio de 2020

Caer en el ridículo



De ahora en adelante deberemos cogérnosla con papel de fumar en evitación de que alguien pueda tratarnos de racistas. De hecho, la firma comercial valenciana Idilia Food ya hizo desaparecer de los botes de “Cola Cao” la imagen de aquel negrito del África tropical cargando a la espalda sacos de cacao. En 2014 la marca paso a ser propiedad de la familia Ferrero tras la segregación del Grupo Nutrexpa que lo comenzó a comercializar en 1950. De la misma manera, los nuevos empresarios cambiaron la letra de la antigua canción de Aurelio Jordi Dotras, ahora con la nueva música de Manu Guix, presentada el pasado 30 de enero en Barcelona, interpretada por el coro infantil y juvenil de Xamfrà, un centro de la Fundació l'ARC Música del barrio del Raval. La letra desaparecida era la que todos los chavales de mi generación escuchábamos siendo niños en la radio, cuando cada atardecida patrocinaba la radionovela de la SER “Matilde, Perico y Periquín”, una serie costumbrista creada por  Eduardo Vázquez, con episodios de 15 minutos de duración diaria de emisión desde 1955 y que siguió viva en ese dial hasta la muerte de Pedro Pablo Ayuso, en 1971. Algo parecido va a suceder con la conocida marca de “conguitos”,  que produce Chocolates Lacasa, en Utebo (Zaragoza) desde 1987, si bien es sabido que la empresa zaragozana hubo de modificar el logotipo. Se trata de unos granos de cacahuete recubiertos en chocolate creados por el confitero Francisco Díaz Martínez  e inscritos en el Registro de la Propiedad Industrial el 25 de marzo de 1963. Años más tarde aparecerían en el mercado los  “Chimpancitos”. Se produjo un contencioso que perdió el denunciante (Francisco Díaz) al considerar los tribunales la inexistencia de plagio. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que ya se ha iniciado una campaña promovida por Change.org para que se retire el nombre y las imágenes de ese pequeño congoleño en las bolsitas a la venta por ser considerados racistas. Aquel dibujo del niño congoleño, que todavía se mantiene, fue obra de  Juan Tudela Férez, que lo diseñó en 1961 cuando sólo tenía 20 años. Lo cierto es que los tiempos cambian y, a día de hoy, a ningún dibujante se le permitiría hacer viñetas con un explorador dentro de una olla, como se hizo en TBO; ni colocar huchas en los colegios con cabezas de indios o negritos a fin de recaudar fondos para el DOMUND, etcétera. Y no tardando mucho, las confiterías deberán omitir el nombre de “brazo de gitano” a esas tartas enrolladas,  los restaurantes deberán dejar de escribir en los menús “patatas a lo pobre” al acompañamiento de ternasco al horno, y  “quesos de “tetilla” a ese delicado producto de la gastronomía gallega que hasta cuenta con denominación de Origen. Se empezó por el estúpido lenguaje inclusivo, que tanto le gusta al presidente Sánchez y a sus socios de Podemos, se continuó con sacar punta al lenguaje coloquial, y ahora no sabemos qué será lo siguiente. Hasta es posible que cualquier día tengamos que ir a tomar los platos a la cocina de los restaurantes para que los camareros no se sientan discriminados, o hacer la cama en el hotel para que no nos mire mal la asistenta de habitaciones. En los surtidores ya debemos repostar la gasolina mientras el empleado observa a corta distancia con impasible ademán. Por algo se empieza.

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