No cabe duda de que Felipe VI, además de aburrirse,
es sabedor de que su reinado pasa por
momentos muy difíciles. Canarias, Sevilla, Córdoba…, uf, que manera de marear
la perdiz. Tanto es así que mañana, 1 de julio, está programado un encuentro de
los jefes del Estado español y portugués, Felipe VI y Marcelo Rebelo de Sousa, para abrir formalmente las fronteras de ambos
países tras su cierre por la pandemia de coronavirus. Lo de “abrir las
fronteras” es un eufemismo, puesto que en circunstancias normales existe el Tratado de Schengen, que permite la
libre circulación de ciudadanos entre países de la UE. Les acompañarán los
respectivos presidentes de Gobierno Pedro Sánchez y Antonio Costa. Como recoge hoy el diario ABC, el encuentro se producirá entre Elvas y Badajoz, junto al río
Cayas, donde el 19 de enero de 1729 hubo un intercambio de princesas, Ana Victoria de Borbón (1718-1781)
conocida como Mariannina, que sólo
tenía once años cuando decidieron
casarla con el heredero José, y a la que con cuatro años habían enviado sus
padres, Felipe V e Isabel de Farnesio, a Versalles en un
intento de poder casarla con Luis XV,
biznieto del Rey Sol, al que sucedió
en 1715. Pero aquella idea fracasó. El rey francés decidió casarse con la hija
del rey polaco Estanislao, María Leszczynska, en 1725. Aquel mismo
día cruzaba la frontera aunque en sentido inverso Bárbara de Braganza (1711-1758), que entonces tenía 17 años y
estaba marcada por la viruela, para maridarla con Fernando VI. Y en aquel encuentro de Estado estuvieron presentes
Felipe V, el heredero Fernando, la infanta
Mariannina y los infantes Carlos y Felipe, por parte española; y el rey
portugués Juan V, acompañado por su
consorte María Ana de Austria, y sus
tres hijos: José, príncipe de
Brasil, Bárbara y Pedro, a los que acompañaban los
hermanos del rey luso Francisco y Antonio. Tras el encuentro, y el
intercambio de princesas como si se tratase de un intercambio de cromos, el rey
español marchó a Badajoz y el rey luso a Yelves. Mariannina llegó a tener ocho
hijos y fue regente de Portugal durante la enfermedad del rey. Por otro lado,
Bárbara de Braganza se casó con el que más tarde sería Fernando VI. Ni ella ni su marido descansan sus cuerpos en El
Escorial sino en la madrileña iglesia de Santa Bárbara. Al morir sin
descendencia Fernando VI, ocupó el trono
de España su medio hermano (que lo fue también del breve Luis I) Carlos III, tercer hijo de Felipe V. Los restos del primer Borbón
que ocupó el trono de España tampoco reposan en El Escorial sino en la Granja
de San Ildefonso junto a los de su segunda consorte, Isabel de Farnesio. Me
parece correcto como ciudadano que ambos
países peninsulares se entiendan y se unan en abrazos fraternales. Pero, como
dijo Josep Pla cuando vio Nueva York
de noche y a bordo de un helicóptero: “Todo ese gasto de luces, ¿quién lo paga?
En España no cabe duda de que priman los
fastos sobre la eficacia. En consecuencia: ese dispendio protocolario de mañana,
¿quién lo paga? Así, mal vamos.
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