Hoy es lunes de Pentecostés, festivo en muchas
ciudades españolas: en Ciudad Real se celebra la romería de la virgen de Alarcos, en Santander, la virgen del Mar, en Zamora, la virgen de la Hinista, en Andalucía, la virgen
del Rocío, etcétera. Pero existen ciudades más pequeñas donde de igual modo
se guarda fiesta, como en Calatayud, san
Íñigo de Oña; o en Toro (Zamora), el Cristo
de las Batallas. Pentecostés se conoce como la Segunda Pascua. Los
cristianos conmemoran la venida del Espíritu
Santo en forma de lenguas de fuego posándose sobre los apóstoles y proporcionándoles
el don de lenguas. En el Judaísmo se celebra la entrega por parte de Yahvé de las Tablas de la Ley a Moisés
en el monte Sinaí. Por cierto, esas tablas, que en realidad eran piedras, se
guardaron en el Arca de la Alianza.
Parece ser que eran las segundas. Las primeras están contenidas en un rollo de
la Torá y se guardaron en el templo
de Salomón hasta que Nabucodonosor II, rey de Babilonia, invadió
Jerusalén. Al Arca de la Alianza se
le perdió la pista. Hay quien piensa que se encuentra en Etiopía. Todo un
misterio sin descifrar. A esa festividad,
como decía, los judíos le llaman Shavout. También es día festivo en Bélgica,
Francia, Holanda y Suiza. La fiesta (en general en forma de romerías) se
celebra, como digo, el quincuagésimo día después del Domingo de Resurrección.
En griego, pentekostos
significa quincuagésimo. EL Pentecostés griego se celebra algo más de una
semana más tarde, al utilizar el calendario juliano, mientras que la Europa
occidental se maneja el calendario gregoriano. Entre ambos calendarios existe
un desfase de unos 10 días. Una curiosidad del calendario juliano: los
romanos llamaban al día 24 de febrero el “día
sexto”, ya que precedía a las calendas de marzo -primer día de cada mes-.
En consecuencia, cada 24 de febrero repetido pasaría a llamarse bis sextum,
lo que derivó en la palabra bisiesto. Midiendo el tiempo con el calendario
juliano (en honor a Julio César) se
producía un error acumulado de 11 minutos y 14 segundos cada año. Ello preocupó
a la Iglesia Católica, temiendo que con el paso de los siglos la Semana Santa
podría llegarse a celebrar en verano, en vez de coincidir con la primera luna
llena del equinoccio de primavera, como hacen los judíos. En consecuencia, el
papa Gregorio XIII implantó el
conocido como calendario gregoriano a partir de cálculos realizados en la
Universidad de Salamanca. En esa Universidad se formalizó un documento donde se
corregían los desfases, estableciéndose que un año trópico era de 365’242189
días, con menos desvío que el calendario juliano, donde existe una diferencia
de 0’002 por ciento. Para adoptar el nuevo calendario se eligieron las fechas
comprendidas entre el 5 y el 14 de octubre de 1582, que desaparecieron en el
nuevo calendario por tal modificación. Así, al jueves juliano 4 de octubre de
1582 le sucedió el gregoriano 15 de octubre de ese año. Se da la paradoja que Cervantes y Shakespeare no murieron el 23 de abril de 1616 aunque se afirme que
murieron ese día. En realidad, Cervantes murió un día antes, el 22 de abril de
1616. Se dio como muerto un día más tarde porque por entonces se registraba
como día del fallecimiento el día del entierro. Respecto a Shakespeare, éste murió
el día 23 de abril juliano, equivalente al 3 de mayo del calendario gregoriano.
Los países con dominio de la Iglesia Ortodoxa Griega, sin embargo, no cambiaron
el calendario hasta el comienzo del siglo XX. Esa es la razón por la que el
comienzo de la Revolución Rusa de 1917 no se produjo en octubre sino en
noviembre de aquel año.
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