martes, 2 de junio de 2020

Las ínfulas de un don nadie



Luis Alfonso de Borbón, a falta de mejores cosas que hacer, se pasa el día diciendo tonterías. La última ha sido a resultas de las protestas masivas en Estados Unidos por muerte de George Floyd, asfixiado el pasado 25 de mayo en Minneápolis por el policía Deker Chauvin. En un tuit, el que se hace llamar Louis de Bourbón, duc de Anjou,  heredero a la Corona de Francia, se queja de que a una estatua de Luis XVI le han roto una mano en Louisville (Kentucky) en el transcurso de unas manifestaciones de protesta. Luis Alfonso de Borbón, que se considera heredero de aquel monarca guillotinado, espera -según consta en ese tuit- que esa mano sea restaurada de inmediato. La osadía del bisnieto de Franco hasta podría llevarle a decir que es heredero de Nicolás II, el último zar de Rusia, de Manuel II, último rey de Portugal, o vaya usted a saber de quién. Se le pudo ver por televisión en el traslado del los restos de su bisabuelo a Mingorrubio. Es afín a las ideas de Vox y sus perlas cultivadas son de este tenor: “Cuando se ataca a Franco se ataca a los míos, a la monarquía que instauró y a la Iglesia que protegió”. Y lo dice serio y sin despeinarse. Por asociación de ideas me viene a la memoria un artículo firmado por Roberto Miranda en El Periódico de Aragón (26 de febrero, 1995) donde el redactor se hacía eco de la existencia de un tipo estrafalario, que se hacía llamar Hugo von Habsburgo, que por aquellas fechas moraba en el abandonado pueblo de Pardos, después de haber pasado unos días en el hotel del Monasterio de Piedra. Según el redactor, “va de tirolés, sombrerillo de fieltro, chaqueta verde de lana austriaca, con pasamanerías y bolsillos falsos, las medias de lana sobre el pantalón, a juego”. Decía ser un archiduque de Austria pariente de Francisco José.   Tuvo la suerte de que un vecino de Abanto le dejase su casa de Pardos y un corro de tierra. En la puerta de su casa ponía: “Solamente Dios es bienvenido”. Y al lado, otro aviso más inquietante: “Peligro, hay serpientes dentro”, junto a la camisa seca de una culebra clavada. Parece ser que en la Sierra de Pardos buscaba datos para confeccionar un libro de Botánica. Pintaba serpientes y recibía la ayuda económica de una hermana que vivía en los Estados Unidos. Pardos, deshabitado desde 1980, es en la actualidad una pedanía fantasma de Abanto. Sus vecinos todavía recuerdan la presencia de aquel extraño “archiduque” que vivió entre ellos durante tres años. Después se le perdió la pista.

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