martes, 30 de junio de 2020

El código QR



Leyendo hoy a Antonio Burgos en ABC de Sevilla me entero de que en los restaurantes hispalenses ya no te entregan la carta cuando decides sentarte a la mesa, que sobre el mantel existe un código QR de pequeño tamaño para poder ser leído a través del teléfono móvil, en el supuesto, claro está, de que el comensal lleve móvil y esa aplicación de lectura instalada. Queda claro que la pandemia y el temor al contagio han conseguido que se evite que una carta pueda ir de mano en mano y de comensal en comensal como si fuese la falsa moneda, que, como cantaba Estrellita Castro,  de mano en mano va y ninguno se la queda. Eso también podría solucionarse de otra manera, es decir, con el uso de una impresora. Llegaría el camarero, te entregaría una holandesa de elegante papel Guarro, con perdón, con el detalle de platos impreso, y tras haber determinado qué deseas comer, el camarero tiraría esa hoja a una papelera, como sorprendentemente hacen los sevillanos con el usado papel de váter. Algo que no había visto en ninguna parte  hasta que llegué a Sevilla, hace ya muchos años. Y entonces (el día de san Pedro y san Pablo de 1971), quedé sorprendido de ello, como no podía ser de otra manera; y, también,  de que las consumiciones que pedías en la barra del bar, pongamos por caso en el Bar Arsenio de la calle san Eloy, te las apuntaran con tiza en el mostrador hasta su abono a tocateja. Siento ser un analfabeto en cuestiones informáticas y en otras muchas cosas. Comprendo que el saber no ocupa lugar pero los libros ocupan mucho sitio en mi casa. Y yo confieso tener muchos más libros que sabiduría.  Como escribe Burgos, “se han puesto las cosas de forma que no puedes ir por la vida sin tener en casa fibra óptica, ordenador, impresora, escáner y, ah, algo importantísimo: correo electrónico. Te preguntan ya por el correo electrónico en todas partes como si fuera tu DNI. Menos mal que en algunos restaurantes se apiadan de nosotros, los objetores de QR, y ponen con tiza el menú en la pizarra de toda la vida”. Es lo que hay.

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