Hoy domingo, la
Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad,
misterio central
de la fe cristiana. Fue un término reconocido por el obispo Teófilo de Antioquía, el primero en
utilizar la palabra “trinitas”. Su dogma
se celebró en dos etapas: en el Concilio de Nicea y en el Concilio de
Constantinopla, con 706 años de diferencia entre ambos. Viene a decir que el
Hijo procede del Padre y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Todo
un galimatías difícil de entender y de ser explicado. Esa hipóstasis (consideración
de lo abstracto o irreal como algo real) está considerada como uno de los tres pilares
principales de la Iglesia Católica, junto al dogma de la Eucaristía y el de la Inmaculada
Concepción. Y “Trini, ay mi Triniá”,
la de la Puerta Real, es la canción que
escribió Rafael de León con Salvador Valverde en 1933 y a la que
puso música el maestro Quiroga. La
Trini cuenta la canción que se quedó ciega por el brillo de los diamantes de un
banquero americano y que se marchó de España entre los brazos de aquel amante que
había tomado las gemas en un museo de Sevilla donde iba Juan Miguel a copiar las maravillas de de Murillo y Rafael, el pintor renacentista fallecido a los 37
años. Otro galimatías, que la copla está llena de fárrago desde los tiempos de Pastora Imperio.
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