Sepan que no pienso visitar la Expo de Zaragoza aunque me regale una entrada el Alcalde. Sin embargo, deseo hacer mi modesta aportación al tema del agua. Hay aguas bicarbonatadas, sulfatadas, cloruradas, cálcicas, magnésicas, fluoradas, ferruginosas, aciculadas y sódicas. También existe el agua bendita, el aguachirle, el aguadillo, la aguacibera, el agua cruda, la cuaderna, el agua de azahar, de palo, de herrada, fuerte, de bautismo, de socorro, de cerrajas, de borrajas, de amnios, de olor, de cal, dulce, oxigenada, lustral, delgada, el aguaducho, la aguagoma, la aguadija, la aguacha, el aguacero, las aguas menores, etcétera. Me dejo algunas, pero no importa. Es sólo el muestrario que llevo en mi maleta para enseñarlo, como hacían los charlatanes en la Plaza del Carbón.
También existe el aguafiestas, que no es agua, pero es persona perturbadora de cualquier diversión. Y aquí pasaremos de la risa a la lágrima dentro de un mes, cuando se habran las cuentas del Gran Capitán Belloch. De ahora en adelante deberemos dormir los zaragozanos con los ojos bien abiertos, para que no nos engañen con las cuentas y por el insomnio que producirá no poder llegar a fin de mes. Falta menos de ese tiempo para que se termine esta estolidez con ventanas a la calle que han prefabricado en Ranillas a base de recibir dinero de un Estado, de nuestro Estado, cuyo Gobierno da vergonzosos palos de ciego en economía, y, también, del Ayuntamiento, que ha aumentado el importe del IBI y las tasas municipales hasta la asfixia ciudadana, además de llevar mucho tiempo en su empeño enfermizo en ese afán recaudatorio de las multas de tráfico. Será necesario recordar a estos políticos a la violeta, a todos ellos, (por su afán de hacer por hacer aunque no sirva para nada, por empecinarse en sembrar en la arena, por gastar la pólvora en salvas y por echar lanzas en la mar con el parné del contribuyente), dos cosas: una, que ya se están acabando los días de vino y rosas; y, otra, que muchos ciudadanos, que no somos de derechas ni lo hemos sido nunca, nos arrepentimos de haber votado al PSOE el pasado día 8 de marzo. En lo que respecta al Ayuntamiento, los desatinos de la época González Triviño, del que heredamos una tremenda deuda municipal y unos adefesios urbanos de libro, no serán nada si lo comparamos con la que se avecina. A Belloch será poco concederle la medalla de oro de la Ciudad. ¡Qué menos que hacerle un pazo, como el de Meirás, por suscripción popular. A doña Carmen se lo "regalaron" y aquí no pasó nada. En Zaragoza tampoco nunca pasa nada. ¡Así nos corre el pelo! En fín, despido mi blog de hoy con un grito, a a manera que lo hacen los trileros cuando se aproximan los guardias: ¡¡Agua!!
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