Leo una entrevista a Fernando Vallejo en "Público", donde cuenta, entre otras cosas, que "Cervantes es un pésimo prosista, pero el Quijote es un libro muy bello". Bueno, y si no lo fuera, qué. Tampoco pasaría nada. En casa dispongo de un ejemplar de "Ulises", la gran novela simbólica del siglo XX, del que leo algunas páginas antes de dormir cuando me ataca el insomnio.
En su entrevista, el periodista Bernardo Gutiérrez le pregunta a Vallejo su opinión de las últimas leyes sobre migración aprobadas en Europa. El colombiano no se corta un pelo y da en el centro de la diana: "Las oleadas humanas no las puede detener nadie. No hay un dique para pararlas. El mundo está superpoblado. Los grandes culpables son los líderes religiosos y políticos. Los que estaban en el entierro de Wojtyla fueron los responsables de que durante su pontificado, con su oposición a la interrupción del embarazo, el mundo aumentase 2.200 millones de personas. Europa lo permitió. Ahora los va a hundir en el tercer mundo. Tras el final del petroleo, vendrá el final de la comida".
Me parece que está todo dicho. Europa se merece la que le viene encima. Es cuestión de poco tiempo. De hecho, ya estamos sumidos, como dice Juan Goytisolo en el consumismo y en el terror. Es el primer acto de la tragedia colectiva.
1 comentario:
En este mundo es tan malo el optimismo patológico, como el de Zapatero, como el pesimismo patológico. Parece que en la entrada de hoy aplaude el pesimismo del señor Vallejo. Pero no nos haga movernos con ruedas de madera, no vale de nada quejarse si no se hace nada. Escribir desde este púlpito permite alejarse del meollo del problema, pero también permite frivolizar con problemas muy serios. No caigamos en el error de mirarnos en el ombligo y demos una patada a los lameculos y a los soplapollas. Por cierto, y esto va por lo que pasó el domingo en el partido entre España-EE.UU., boicoteemos el McDonald, no compremos productos yankis y golpeémosles con el látigo de la indiferencia.
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