Ardo en deseos de conocer las memorias de Carmen del Lirio, las confesiones de una mujer de bandera que lo pudo casi todo en El Paralelo barcelonés de los años '50. Según adelanta un periódico local, en sus memorias un tanto desmemoriadas niega su relación con Eduardo Baeza Alegría, a cambio de asegurar que sí tuvo algo que ver con José Antonio Samaranch.
Sea como fuere, le tocó subirse a los escenarios en una época complicada y llena de censuras.
En la Barcelona de aquellos años, en los que sólo se podía hablar catalán en la intimidad, existieron dos personajes clave, de alguna manera relacionados con Aragón. El todopoderoso Baeza, que antes fue gobernador civil de Zaragoza, y el arzobispo Modrego, natural de Tarazona. Ambos tuvieron el poder omnímodo en sus manos, uno para abrir garitos de espectáculos, el otro para cerrarlos. Tuvieron al alimón a la policía política y el isopo, a las mitras y a los tricornios, mientras que los españoles intentábamos seguir hacia adelante sin morir en el intento de salir del esperpento, y sin morir en la folla.
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