martes, 12 de agosto de 2008

Murallas

Ahora, cuando ya ha caido hasta el Muro de Berlín y los europeos nos movemos sin fronteras, Africa se está planteando construir una barrera verde desde Yibuti hasta Dakar, de siete mil kilómetros de largo y quince de ancho, para frenar el avance del desierto. La idea es loable y debe recibir ayudas europeas. En España también avanza el desierto de sur a norte a marchas forzadas. En Aragón ya tenemos nuestro desierto particular donde, ahora, unos gobernantes sin la necesaria sensibilidad social, por utilizar un término suave, pretenden transformarlo en un macrocasino al más puro estilo americano. Habrá que recordarles, tanto al atronado Iglesias como a un tal Biel, que tiene el juicio en los calcañales, que en la Expo de Zaragoza se está machacando hasta la grosería sobre el problema del agua y el desarrollo sostenible. Pero ambos personajes, salga pez o salga rana, ignoran, por ejemplo, que un campo de golf de dieciocho hoyos consume al año tanta agua como una ciudad de 15.000 habitantes. Y no lo digo yo, sino que lo asegura Gregoire de Kalbermatten. Claro, ambos personajes no se enteran de nada, porque bastante tiene con hacer saludines a todo el que llega por estos pagos, a caballos, sotas y hasta a los reyes de la baraja. A mi entender, habría que poner una muralla en el edificio Pignatelli para que se quedasen dentro del despacho, viendo el modo de ganarse el sueldo que les pagamos los ciudadanos de una forma más seria.

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