domingo, 3 de agosto de 2008

Tiro al damasco

El alcalde Belloch está que lo tira. Su prodigalidad es evidente. LLeva mes y medio concediendo a todo el que le sonríe la llave de la ciudad. Ahora concede medallas de oro a troche y moche, o sea, a todos los exalcaldes de la Democracia por el hecho de haber ejercido el cargo aunque pasaran por el Ayuntamiento sin pena ni gloria, bien haciendo adefesios urbanos, bien dejando las arcas municipales secas como la mojama. González Triviño, por ejemplo, nos dejó la ciudad llena de adefesios. Luisa Fernanda Rudi cuentan que renovó alcantarillado y colectores. En superficie no dejó nada, salvo las farolas isabelinas de la plaza de Aragón y de la plaza de España, que ahora no sabemos donde andan, etcétera.
Estos días la prensa local critica la concesión de la medalla a González Triviño. Pero esa misma prensa, caciquil y conservadora hasta la grosería, jamás se atrevió a criticar que, por ejemplo, en 1994 le concedieran el mismo galardón a Martínez Candial, expresidente de la Cámara de Comercio y de Ibercaja. Con Martínez Candial sólo hubo parabienes, pese a haber sido un hombre polémico. La razón fue simple: la prensa, hoy como ayer y mañana como hoy, se alimenta de los anuncios publicitarios, entre otras cosas, y aquellas entidades llenaban entonces, como ahora, páginas completas de anuncios.
El caso del "damasco" González Triviño es distinto. Ya se le puede criticar porque no detenta poder político. Ahora incluso se critica en editoriales y columnas que éste ayudó a enriquecerse a la señora Masero, que redujo el grupo socialista municipal de ocho a cinco concejales, que posteriormente fue expulsado del Partido Socialista Europeo, bla, bla, bla...
Ya nadie se acuerda, por lo que veo, de la ayuda recibida del tránsfuga De Torres, que le dio nueva mayoría. Tampoco, de cuando José Marco le pidió en bandeja la cabeza de García Nieto, ni de cuando éste, García Nieto, se creyó Luis II de Baviera.
No pienso escribir más sobre los "damascos". Todavía queda uno, de teniente de alcalde en el Ayuntamiento. Será necesario hacer una nueva denominación del Teorema de Pitágoras: "el grado de insatisfacción de los ciudadanos es inversamente proporcional al grado de satisfacción del alcalde Belloch".

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