miércoles, 19 de mayo de 2010

Así no hay manera

Viendo las rancias películas de Alfredo Landa, yo tenía entendido que los españoles, entre los que me incluyo, siempre estaban dispuestos a eso que ahora llaman de forma tan cursi “hacer el amor”. Claro, eran otros tiempos. Con el “desarrollismo”, auspiciado por López Rodó, López Bravo y López de Letona, y con la atenta mirada carpetovetónica sobre aquellas turistas extranjeras que usaban bikini y hablaban “raro” en un país donde hasta era pecado asistir en manga corta a misa, no me extraña que los españoles estuviéramos más salidos que la espada de Narváez. Ahora la cosa ha cambiado. Señala un reciente informe que el cincuenta por ciento de los ciudadanos pone algún tipo de excusa para no mantener relaciones sexuales con su pareja. Cansancio, ansiedad y consumo de alcohol son las principales raíces de esta falta de apetito carnal por parte de los hombres. No me extraña. Resulta dificultoso estar dispuesto a “cumplir” como mandan los cánones un día sí y otro también mientras se tiene en la mente la sombra negra de una deuda hipotecaria tremenda y casi eterna. Si alguien duerme a pierna suelta y hace el salto del tigre será, si no tiene una disfunción que se lo impida, el director del banco. Si paga el deudor, bien; si no, se le embarga y punto. La cosa está muy chunga para todos y por estos lares se ha pasado del recuerdo del Alzamiento Nacional al despojo por lanzamiento de vivienda por el secretario judicial, con acompañamiento de cerrajero, de la fuerza pública y del procurador del demandante, que son como la Banda del Empastre interpretando el “Dies irae dies illa” con cachondeo y dolor de corazón, ese martillo pilón de la Iglesia y el Poder que va muy bien en cada acto de desalojo. Así no hay manera de concentrarse.

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