sábado, 1 de mayo de 2010

Elogio de la visera

Leo en El País que “Francia se dispone a aprobar un texto que prohibirá el burka en todo el espacio público. Su uso se sancionará con una multa máxima de 150 euros”. Hasta ahí la noticia. A mí, que quieren que les diga, esas cosas me preocupan. En España, donde copiamos todo lo que llega de fuera, se puede comenzar por prohibir el burka, después el capirote procesional y más tarde esa visera de “John Deere” que luce el mocerío rural cuando se acerca por el zaragozano El Plata tras haber asistido a la Feria de Maquinaria Agrícola. O sea, se principia prohibiendo el burka y se puede ultimar con un motín como el de Esquilache. Como cuenta Pío Moa en su historia interminable (esa que acaba de aparecer en las librerías y donde descubre el Mediterráneo), en tiempos de Carlos III, el pueblo no estaba dispuesto a acortar las largas capas ni a cambiar el chambergo por el tricornio. Una vestimenta, la nuestra, muy parecida a la que nos pintó Arturo Pérez-Reverte con su Diego Alatriste en el fragor de en un imperio moribundo. La aversión a la capa larga y al chambergo, españoles a más no poder, eran una manifestación de la sensibilidad europeísta. Pero miren ustedes por dónde, por estos pagos el tricornio no lo quiso ni Luis Roldán, que lo sustituyó por la teresiana, tapacubos que hasta entonces sólo los lucían los oficiales de la Legión cuando no empleaban el ridículo chapiri de borlita. A los hispanos nos gusta la gorra y a ser posible vivir de gorra, no vender gorras, como hacen los de Casa Yustas, en Madrid. El burka, si les digo la verdad, sirve para cruzar una obra sin que el polvo nos estropee el traje de raya diplomática. También, para tapar la moto cuando duerme a la intemperie. Es curioso: cuando a un español le pones una gorra de visera, enseguida comienza a dar órdenes. Pasa en las plazas de toros, en las entradas de los hoteles de postín, en los aparcamientos de coches... ¡Ahí es nada si a la chaqueta le añadimos unos entorchados! Entonces ya son capaces de mandar hasta batallones.

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