jueves, 27 de mayo de 2010

Mañana es tarde: fuera.

Dice Nietzsche que “en última instancia lo que importa es la finalidad con que se miente”. La sesión de esta mañana en la Cámara baja ha puesto de relieve con quiénes cuenta de verdad Rodríguez Zapatero. La victoria ha sido pírrica para poder llevar a cabo la bajada de los sueldos de los funcionarios y la congelación de las pensiones. Durán i Lleida le ha cantado al presidente del Gobierno las verdades del barquero y le ha adelantado que Convergencia i Unió no apoyará en otoño los Presupuestos Generales del Estado. Ya veremos cómo se resigna a sobrevivir un equipo gastado que se dedica a practicar en el BOE rectificaciones casi a diario. Dos años por delante es mucho tiempo cuando se camina descalzo pisando guijarros. Contaba Antonio Gala en un artículo que a él le gustaría vivir en un Estado en que no se supiera cómo se llama el presidente. En aquel articulo, “La Bienvenida”, Gala, refiriéndose a la clase política, según él “ese hatajo de desaprensivos”, hacía referencia a “unos cuantos frescales pegados como ventosas a sus puestos, que cambalachean, regatean, truecan, se mudan de camisa y de pellejo y se alborotan en una urgente y espectacular arrebatiña. Un rigodón de ‘quítate tú para que yo me ponga, pero si yo me voy, tú vuelves’. Una danza y contradanza de malditos. Un petulante y osado ‘o él o yo’, cuando lo mejor sería ninguno. Porque vamos a ver: ¿qué le importan al país esos señores, ni el porvenir de estos señores, ni la perduración de estos señores? Al país le importa su propia perduración y su porvenir propio. Y quienes no sirvan para garantizárselo, mañana es tarde: fuera”. En fin, el último que apague la luz.

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