El Papa revelaba hace tan sólo
unos días en su libro “La infancia de Jesús” (Planeta) que eso de la mula y el
buey nada tiene que ver con el portal de Belén y el nacimiento de Cristo. Y
ahora cuenta que los Reyes Magos no procedían de Oriente sino de la antigua
Tartessos, es decir, de Andalucía. Ya verán como en el siguiente libro de
Joseph Ratzinger (este es el último de una trilogía) nos describe que Melchor
era pariente lejano de Manolo Caracol; Gaspar, de La Paquera de Jerez; y Baltasar,
de Antonio Machín, que no se apellidaba Machín sino Lugo y que dio su ultimo
concierto en Alcalá de Guadaíra, el pueblo que gobierna Antonio Gutiérrez
Limones y que cobra tasas municipales hasta por cambiar de bidé, como ya
señalaba ayer en mi post. Esas novedades, cuando salen de la pluma del Papa, se
venden como rosquillas. De hecho, este último libro teológico-simbólico de su
trilogía, que salió a la venta el pasado 21 de noviembre, ya se ha convertido
en el número uno en todas las librerías y ya va por su tercera edición. Apuesto
doble contra sencillo a que se venderán más ejemplares de su libro que los de
las memorias de José María Aznar y las de José Bono juntas. Lara, que se quiere
marchar de Cataluña si ésta se escinde de España, nunca da puntada sin hilo y
ahora ha encontrado un buen filón con las Obras Completas del Papa. Pues nada,
quitaremos del belén a la mula y al buey, pondremos medias granadinas en vez de
villancicos y al caganer lo vestiremos de Tío Pepe para que la fiesta no
decaiga. Hay que atiborrar de rendibúes
a los Reyes Magos, que son los que nos depositan en casa los regalos de cada
Epifanía, nos ahorran más de ocho millones de euros en los Presupuestos
Generales del Estado y, además, carecen de yernos, al menos mientras Ratzinger
no confirme su existencia en el siguiente bestseller.
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