Esta noche, un poco antes de las
doce, todas las televisiones estarán con el foco puesto en el reloj de la vieja
Casa de Correos de la Puerta
del Sol. La gran afluencia de madrileños asistentes a las doce campanadas
desplazará por unas horas a los zurupetos, esos personajes pintorescos que tan
bien conocía Ramón Gómez de la
Serna. Éste dejó escrito en su “Historia de la Puerta del Sol” que un día de alarma, un centinela colocado
en una de las esquinas mató de un tiro a un pobre aguador que pasaba
tranquilamente con su cuba al hombro; y que, reconvenido por aquella
barbaridad, contestó muy serio: “Yo cumplo con mi obligación; a mí me han
puesto aquí para evitar desgracias”. Con Rajoy pasa algo parecido. Los
españoles le votaron mayoritariamente un 20 de diciembre, hace ahora un año,
para que recondujera una situación en la que no terminaban de aflorar los
brotes verdes anunciados por Zapatero. El balance de resultados a fecha de san
Silvestre de 2012 no ha podido ser más adverso. Pero Rajoy, como el centinela de la Puerta del Sol, al que le
habían colocado para evitar desgracias, ha hundido el poder adquisitivo de los
hogares con una brutal caída en su capacidad de compra. En cambio, la
mano derecha del zurupeto Rajoy, la secretaria general del PP María Dolores de
Cospedal, acaba de declarar haber ganado durante 2011 nada menos que 158.388 euros netos, desglosados de la
siguiente manera: 88.897 euros netos como secretaria general del PP, 31.775
euros del Senado, 36.082 como presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha y 1.634 por trienios
como abogado del Estado. Pero todo lo ha cobrado, eso sí, por el bien de
España. Mientras, el pobre Rajoy se ha convertido, por desgracia para él, en un
triste vendedor de humo; o, mejor aún, en una especie de zurupeto decimonónico
que, con los brazos en jarras, como el anuncio de “Tío Pepe”, permanece inmóvil
en tal postura y dentro del semicírculo del “kilómetro cero” pretendiendo
vender a los turistas lentes ahumadas para poder ver eclipses de sol.
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