Hoy, en el zaragozano Paseo de la Independencia, había
una fila que comenzaba en El Corte Inglés y daba la vuelta a toda una manzana
de la calle Zurita. Grande fue mi asombro. Supuse que regalarían algo o que los
niños irían acompañados de sus madres por ver a los Reyes Magos, que ahora
resulta que son andaluces y han cambiado la estrella de Belén por la foto de
una botella ampliada de fino “La
Ina”. Pero, ante mi sorpresa, no había niños en la inmensa
fila de pazguatas. Sólo mujeres de mediana edad y algún marido despistado con
chamarrilla de esas que no abrigan y cara de frío. Más tarde me enteré por un
camarero de que dentro de esos grandes almacenes se encontraba firmando su
libro “La vida iba en serio” Jorge Javier Vázquez, que para mí es el único
español que posee el don de la ubicuidad. Se trata de unas memorias de juventud
del actual presentador de “Sálvame”, que emite diariamente una cadena privada
de televisión. Pero hubiera sucedido algo parecido si esas memorias hubieran
sido de Belén Esteban o de Kiko Matamoros. A la gente que ve televisión hasta
en la cama lo que les atrae es ver al protagonista, que le firme un ejemplar
de su libro y poder estrecharle la mano. Que luego lean el libro, eso ya es
otra cosa. ¿Sucedería el mismo fenómeno social si el firmante fuera Julián
Marías o Antonio Gala? Supongo que no. Está claro que lo que no aparece en la
caja tonta no mola. Y una cosa trae otra. Todavía está reciente en la
televisión pública la emisión del culebrón inacabable “Amar en tiempos
revueltos”, que estuvo en pantalla nada menos que cinco años ininterrumpidos.
Pues bien, en aquella telenovela aparecía diariamente la familia que controlaba
el bar “El Asturiano”, o sea, Pelayo, Marcelino y Manolita. Y dos de ellos,
Manu Baqueiro e Icíar Miranda, hasta firmaron un libro de cocina que editó y
publicó Plaza & Janés, “La cocina de Manolita y Marcelino” con éxito de
ventas. Se trataba de un compendio de recetas españolas de siempre, acompañada de un ramillete de anécdotas sucedidas
durante los rodajes de la serie. Pero aquellas recetas culinarias no estaban
confeccionadas por los actores (ninguno de ellos sabe de cocina) sino por el
chef Xoxé
Cannas. Durante varias semanas, entre
noviembre y diciembre del pasado año,
Manu e Icíar hicieron giras por Madrid, Sevilla, Valencia y Zaragoza
firmando ejemplares de recetas viejunas, como diría Mikel López
Iturriaga, autor de un “blog” gastronómico el “El País” bastante interesante. Y
hasta puede que alguna señora hasta les preguntase cómo se hacía la salsa a la
tártara, los riñones de carnero a la mayordoma, o el lenguado a la Colbert, dando por hecho
que ambos, Manolita y Marcelino, se sabrían de carrerilla “El Practicón” de
Ángel Muro, o el recetario completo de Teodoro Bardají, maestro de los fogones
y cocinero durante casi cuarenta años de los duques del Infantado. Y de eso,
nada.
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