lunes, 1 de marzo de 2021

Viejos juegos de puntería

 


La primera vez que pude observar cómo se jugaba a la “rana” fue en Guarnizo, en una tabernilla de nombre “Sixto” que llevaba con aseo un primo de mi padre. Entre chato y chato de vino, los clientes lanzaban unos tejos redondos sobre una mesa pequeña, del tamaño de una mesilla de noche, con una madera trasera con dos agujeros (uno redondo y otro en forma de media luna) en evitación de que pudieran topar las chapas en la pared y dos “adrales” laterales. La mesa disponía en su superficie de 5 agujeros, donde en el centro había una rana de cuclillas con la boca abierta detrás de un molino en forma de noria y dos puentes laterales. Era un juego de puntería y precisión. Entre las reglas de juego, muy básicas, quedaba prohibido acercarse, distraer o cruzar cuando un jugador estaba lanzando. En la década de los 50, los vecinos de los pueblos norteños se distraían en sus ratos de ocio de la forma más sencilla, ora jugando a la “rana”, ora a los bolos en la plaza, ora echando una partida de cartas. Pero aquellos juegos de bolos solían interrumpir el trasiego de carros hasta el punto de tener que dictar las alcaldías ciertas normas. Así, se sabe que en Ampuero, en 1722, se dictó una normativa municipal para que ningún vecino pudiese ocuparse en el juego en día de trabajo “ni de día ni de noche, como tampoco en día de fiesta hasta que se haya dicho misa mayor”. En Cantabria existían entonces, no sé ahora, 4 modalidades de juego: bolo palma, bolo pasiego, pasabolo losa y pasabolo tablón. Este último es el que más se jugaba en las provincias limítrofes, Vizcaya y Burgos. Yo lo ha visto practicar a mujeres en Lanestosa (Vizcaya), villa natal de mi abuelo materno. Es una modalidad de bolos que consiste en lanzar una bola por un tablón y arrojar lo más lejos posible los tres bolos que hay al final de la tabla sobre un campo de hierba de casi 50 metros de largo. El tablón se suele limpiar con agua después de cada tirada con el fin de facilitar el deslizamiento de la bola por el tablón y para borrar las marcas realizadas por las bolas anteriormente lanzadas, lo que permite al jugador poder localizar sus posibles fallos. Los bolos no tienen cabeza y se fijan en los agujeros del suelo mediante arcilla. El nombre de pasabolo tablón tiene su origen en un manuscrito que conserva la familia Secunza, de Ampuero, que en 1895 hizo una modificación de la bolera de bolo tres tablones e ideó nuevas normas de juego. Los Secunza fueron una saga de torneros de pedal de la madera que se inició con Generoso, continuó con su hijo Juan y terminó con el nieto, Manuel Secunza Llamosas. Los bolos que fabrican son siempre de encina, de forma cilíndrica y 35 centímetros de altura. En las bolas (con un agujero para meter el dedo pulgar) se utiliza indistintamente madera de acerón, haya, nogal y manzano.

No hay comentarios: