martes, 6 de julio de 2021

Candor

 


En verano, como todos los veranos, los niños tienen vacaciones en los colegios. Ayer, la pequeña de mis dos nietas, Olivia, tenía sueño y su abuela le propuso que se tumbara y echara la siesta. Así lo hizo. Estuvo sobre dos horas profundamente dormida encima de la cama mientras en la calle caía un sol de justicia. A eso de las cinco y media se despertó, se acercó hasta sillón de la abuela y le dio un beso. Como todas las tardes, pidió un vaso de leche y unas galletas. La abuela, entonces, le dijo: “Ves que bien, te has levantado fresca como una rosa”. La niña, mi nieta, se la quedó mirando sin pestañear. Le contestó: “Sí, yaya, me encuentro muy bien, pero, ¿qué es una rosa?”. Entonces me acordé de la canción de Mecano: “Una rosa es una rosa” y del poema “Cultivo una rosa blanca”, del cubano José Martí, que es una alegoría a la pureza. Aquel poema, que consta de dos estrofas de cuatro versos cada una, lo publicó José Martí en 1891 cuando vivía en Nueva York. Dicen se lo dedicó a la mujer guatemalteca María García Granados, que tuvo hacia él un amor no correspondido. Por entonces, Martí estaba comprometido con la mejicana Carmen Zallas Bazán Hidalgo, con la que se casó en 1876. Martí nunca más volvió a verla y ella falleció  el 10 de mayo de 1878. Contaban que se suicidó por amor. Martí  le escribió un poema, “La niña de Guatemala”, que consta de ocho estrofas:  “Se entró de tarde en el río, / la sacó muerta el doctor/ dicen que murió de frío:/ yo sé que murió de amor”. La rosa, querida Olivia, es la flor del rosal, de pétalos grandes en forma de corazón, con espinas en el tallo y de olor intenso y agradable. También  Federico García Lorca escribió “La oración de las rosas” en 1918: “¡Ave, rosas, estrellas solemnes…!”: y Dulce María Loynaz: “Yo no te quiero dar/ las rosas que mañana…/ mañana no tendrás”; y sor Juana Inés de la Cruz:  “Rosa divina,/ que en gentil cultura…”; y José Saramago: “Como no hace la luna ni el sol puede…”; y Alfonsina  Storni: “Grata flor que te destacas…”. Una rosa, amada Olivia es, pues eso, una rosa. ¡Qué más te puedo decir?

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