sábado, 10 de julio de 2021

Todo es alquimia

 



Si se combinan en un cóctel elementos de la astrología,  la química, la metalurgia, la física, la medicina, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte crearemos una ciencia que pasará a llamarse alquimia, que es como pretender conocer las intenciones de Dios mediante el complicado arte de la transmutación. Todo es cuestión de observar y experimentar. Se sabe que el primer libro sobre alquimia fue escrito por el egipcio Zosimos de Panópolis sobre el siglo III, en el Papiro X de Leyden lleno de admoniciones (también conocido como Papiro de Ipuur) y en el Papiro de Estocolmo, escrito en Tebas y encontrado en una antigua tumba en el siglo XIX. Hay quince recetas referidas al oro y a la plata, o a sus imitaciones. También,  once recetas para preparar colorantes en púrpura. Para aumentar el oro  -se señala en el Papiro-  “tomar cadmia de Tracia y hacer una  mezcla con la cadmia en mendrugos, o cadmia de Gaul, misy y rojo sinopian, en partes iguales a la del oro. Cuando el oro ha sido puesto en el horno y haya tomado buen color, echar estos dos ingredientes. Luego será necesario mover el oro y dejarlo enfriar. El oro se habrá duplicado”.  Será necesario aclarar que cadmia es el oxido de cinc impuro, conteniendo, a veces, óxidos de plomo y de cobre provenientes del horno donde se funde bronce. Misy es una pirita de cobre o de hierro parcialmente oxidada. El rojo sinopian es hematita. La mezcla daría una aleación de oro y cinc, con algo de cobre y plomo. Un día, hace ya bastantes años, en la librería de lance que Inocencio Ruiz Lasala tenía en  El Tubo, en Zaragoza, descubrí un libro que me ayudó a despejar ideas. Se trataba de  “La pequeña industria al alcance de todos”, donde más abajo estaba plasmado en sello color violeta “Librería de Francisco Gómez Pastor, Coso  87, Zaragoza”. En aquel libro de José Poch Noguer (Casa Editorial Bailly-Bailliere, Núñez de Balboa, 21, Madrid, 1913) se especificaba desde cómo hacer un reloj de sol de bolsillo hasta la fabricación de “oro de Mannheim”, con una aleación de latón, cobre, cinc y estaño capaz de hacer joyas de poco valor, que no hay que confundir con el anodizado de oro, también conocido como “oro alemán” ni con los métodos clásicos de dorado. De momento ya se ha dado con el bosón de Higgs, un tipo de partícula elemental que se cree tiene un papel fundamental en el mecanismo por el que se origina la masa en el Universo. También, con el clonado de animales, como sucedió con la oveja Dolly, en 1996, en el Instituto Roslin de Edimburgo. El hombre siempre ha tratado, como decía al principio, de conocer las hasta ahora ocultas intenciones de Dios. Una enorme osadía en la que se hurga con demasiada insistencia.

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