lunes, 30 de septiembre de 2013

El pernil marciano, la santa mano y un milico con baraka





El ABC de Sevilla nos recuerda hoy la tienda de ultramarinos “Casa Marciano”, fundada en 1928 por Marciano Díaz Vázquez, y el famoso pernil momificado que estuvo colgado en esa tienda del número 6 de la sevillana calle Lineros durante más de cincuenta  años. Tal pernil momificado me recuerda aquella mano izquierda de Santa Teresa (no el brazo, como se ha contado muchas veces en diversos medios) que estuvo durante casi  cuarenta años en el dormitorio de Franco en El Pardo. Se conservaba bajo una manopla de plata y decía el dictador que le traía suerte. Aquella mano tuvo una historia rocambolesca. El 4 de julio de 1583, unos meses después de la muerte de la monja, se procedió a exhumar sus restos. El cuerpo apareció incorrupto. Uno de los párrocos presentes en la exhumación, Gracián de Dios, decidió cortarle la mano derecha, entregándola a las Carmelitas Descalzas de Ávila. También le amputó el dedo meñique, que lo guardó hasta ser hecho prisionero por los turcos, que se lo arrebataron. Más tarde lo consiguió recuperar a cambio de entregar unas sortijas y 20 reales de la época. Años después, la reliquia de la mano incorrupta aparecería en el convento de carmelitas de San Alberto, en Lisboa. Posteriormente pasó a otro convento carmelita en Olivais y allí estuvo depositada hasta 1910, año de la revolución que terminó con Manuel II y la Monarquía portuguesa. La reliquia regresó a España aquel año. En 1924 fue trasladada desde el desconocido lugar en donde se encontraba hasta el convento de las carmelitas de Ronda. Con la Guerra Civil, Ronda quedó en zona republicana y el 29 de agosto de 1936 la reliquia fue requisada. Las monjas regresaron a Lisboa y en febrero de 1937, al ser tomado Málaga por las tropas de Franco, unos soldados encontraron la mano en una maleta olvidada entre las pertenencias del coronel José Villalba Rubio, tras su huida apresurada. Pero no fue devuelta  a las monjas sino trasladada a Burgos, donde estaba el Cuartel General de los rebeldes. Franco no dudó en apropiarse de ella. Posteriormente, Balbino Santos, obispo de Málaga, escribió una carta a Franco solicitando la devolución de la reliquia en nombre de la comunidad religiosa carmelita. Franco se negó a su devolución mediante  carta escrita por su secretaría particular: “…he de exponerle –decía el texto- que el Caudillo, que tiene una acendrada devoción a la Santa más española y que ha visto palpablemente su constante protección en todas las empresas de la guerra (se tomó Madrid el día del natalicio de Santa Teresa 28 de marzo), tiene vivísimos deseos de conservar bajo se custodia la Reliquia insigne de la Mano de la Santa, para seguir venerándola, al propio tiempo que ruega a la sin par Teresa de Jesús que vaya poniendo SU MANO (sic) en las árduas (sic)  tareas como lo hizo en las de la guerra…”. A la muerte de Franco la reliquia con la mano izquierda de la santa fue entregada de nuevo por Carmen Franco al convento de la Merced de las carmelitas de Ronda. Y dicho esto, sugeriría a Isidoro Martínez, antiguo empleado de “Casa Marciano” y actual propietario de famoso pernil casi incorruptible, que se lo enviase a portes pagados a Mariano Rajoy para que lo colgase en su dormitorio de La Moncloa y lo pudiera trasladar en todos su desplazamientos al extranjero. Se matarían dos pájaros de un tiro: le daría suerte al político, que buena falta le va a hacer; y se fomentaría la Marca España, enseñándole a los colegas de otros países, incluida Merkel, un jamón momificado al estilo de los faraones. Un jamón con el que los españoles (que rebuscan en los cubos de basura) sueñan a diario con la misma fijación que tenía Carpanta con un pollo asado.




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