Hoy he pegado un brinco al leer
en ABC de Sevilla un titular. Era el titular de un artículo de Antonio Burgos,
mi maestro. Ahí es nada “Soy racista”. Luego, una vez que lo he leído, ya más
sosegado, he comprendido que Burgos tiene razón sobre los “untos en la manteca
colorá”. Pero esas cosas suceden en Sevilla, en Valencia y en Madrid, que es la
capital de España y que está regida por una alcaldesa que sabe decir en inglés
macarrónico “relaxing cup of café con leche in the Plaza Mayor”. Aquí todos
tenemos que relajarnos y mirar las cosas desde otra perspectiva. Lo de Buenos
Aires y los tropecientos invitados a saltar El Charco a gastos pagados con
cargo al maestro armero ya lo asentarán los Mas Altos y Severos Organismos en
sus libros de teneduría. La alcaldesa Botella debería darse una vuelta por la Plaza Mayor de Madrid todas las
mañanas para que viese “in situ” cómo
deambula por sus alrededores una legión de parados sin esperanza, manteros
llegados en patera y moritos de la morería: “Ay, mora, morita, mora, / morita
de Tetuán…/ La luna enamora al río, / al río, al río, / y las estrellas al
olivar”. Aquí se unta la manteca colorá en el café con leche con y sin IVA. Lo del
Madrid olímpico ha salido mal (ahora todos buscan al gafe), el gasto sideral
del exalcalde Ruiz-Gallardón ya está
hecho y, como recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue, siempre quedará La Peineta, que es un campo
de fútbol que sugiere la peineta de carey que se pone en la cabeza De Cospedal
en Toledo el día del Corpus. La otra Peineta, o sea, el campo de fútbol,
también es de “carey” por la pasta gansa que ha costado a los ciudadanos
madrileños. Lo de dar con el gafe que aguachinó la fiesta de Buenos Aires no es
del todo difícil. Sólo habría que releer las listas de embarque de los aviones,
de los apuntes de “yintonis” en el Hilton, etc. Yo me inclino por Álvarez del Manzano, que fue
inspector técnico de Timbre del Estado y ahora preside la Junta Rectora del IFEMA, pero
no me hagan mucho caso. Lo del timbre es lo de menos. Lo importante es la
bicicleta, a la que le faltan radios, el piñón, el manillar, el sillín y hasta
una rueda. Pero no pasa nada. Como dijo Santiago Amón, “en España no cabe un
tonto más”. Pero no pasa nada, y si pasa, ¿qué pasa? “¡Rico parisién!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario