Noticia en primera página de un
periódico local: “Herida una ciclista de 65 años tras colisionar con un turismo
conducido por un hombre de 83 en Zaragoza”. La ciclista, que responde a las
iniciales M.A.A.M., por lo poco que conocemos, ha resultado herida leve. Menos
mal. A mi entender, la noticia, para que hubiese sido una reseña de interés
local, debería haber sido algo parecido a esto: “Un hombre de 83 años arremete
y atropella montado en un cortacésped a una señora de 65 cuando ésta cantaba
una jota a la Virgen
del Pilar en la Plaza
de las Catedrales”. Lo cierto es que la señora M.A.A.M, cuyas iniciales
constituyen un palíndromo, sufrió la
arremetida del turismo a las 13’31, que es un capicúa, en la confluencia del
paseo Reyes de Aragón con Infantes de España. Pero la noticia en sí no informa
sobre quién de ellos tuvo la culpa ni en que estado quedó la bicicleta. Hace
poco, en junio pasado, el carrito de un
supermercado terminó con la vida de una mujer de 60 años en Shanghai cuando ésta
bajaba por una rampa mecánica con su carrito de la compra y fue embestida por
detrás por otro carro cargado de
botellas y fuera de control. Lo sucedido a la dama ciclista en Zaragoza al ser
embestida por un turismo no es noticia de interés, pero lo acontecido a la
señora de Shanghai sí lo es. Nadie espera terminar sus días atropellada por un
carrito de la compra ni en Shanghai ni en Solanillo del Extremo, en la
provincia de Guadalajara, como tampoco nadie esperaba que Vinton Pritchett pudiese morir de la forma en que murió más
allá de Tinajas Altas Spring, según contaba
C.J.Cela en “Cristo versus
Arizona”. Vinton era -según voy leyendo- un antiguo minero medio pariente de
Corazón Leonarda. Pero mejor dejo que lo cuente Cela: “Vinton tenía un fordcito
de pedales repintado de verde, antes era acharolado, pero se le rompió (aquí
viene una coma). Virton se echó al suelo para ver de arreglarlo y entonces fue
cuando le picó la víbora cabrona…etc.”. Sin duda, el periódico local zaragozano
debería haber dado más extensión a la noticia difundida; es decir, si el
turismo había puesto el intermitente, si la señora iba por el carril-bici sin
miedo a la fatiga y todas esas cosas que tanto distraen al lector a la hora del
desayuno. ¡Qué menos!
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