Mariló Montero se refirió ayer en
TVE a la, según ella, “maravillosa fiesta tradicional” que representa el Torneo
del Toro de la Vega,
en Tordesillas, de origen medieval. La fiesta, por llamarla de alguna manera,
consiste en perseguir a un toro por cientos de lanceros (en 2011 más de
quinientos) montados a lomos de caballos hasta darle muerte, después de que el
astado hubiera sido soltado por las calles del pueblo y conducido por corredores y aficionados a la tragedia hasta
campo abierto. Es una fiesta que se celebra el segundo martes de septiembre en
honor de la Virgen
de la Peña. En
1966 se suspendió el rejoneo hasta dar muerte al toro en campo abierto, pero en
1970, tal vez por influencias de Gregorio Marañón Moya siendo éste Director del
Instituto de Cultura Hispánica y su influencia sobre Antolín de Santiago
Juárez, entonces subdirector general de Cultura Popular y Espectáculos, aprovechando
un encuentro entre ambos en las Semanas Internacionales del Toro de Lidia en
Salamanca, volviéndose a autorizar el macabro y bochornoso espectáculo. De nada
sirvió que Jorge Javier Vázquez le reprochase a Montero que “desde la
televisión pública no se puede defender un espectáculo de esas características.
Pero lo cierto es que el toro “Vulcano” murió de la forma más vil y
despreciable. Parece mentira que la televisión pública, que se la coge con
papel de fumar y prohíbe, por ejemplo, emitir veladas de boxeo, no considere el
Torneo del Toro de la Vega
como algo miserable que insulta a la inteligencia. Algo tan disparatado como
aquella otra “maravillosa fiesta tradicional” consistente en la costumbre de
los quintos de lanzar al vacío desde el
campanario de la torre de su iglesia románica a una cabra viva en Manganeses de
la Polvorosa,
en la provincia de Zamora. Los
defensores de aquel dantesco espectáculo afirmaban que la cabra caía sobre una lona
sujetada por decenas de personas y que no sufría daño. La polémica que despertó
el tema en los medios de comunicación (donde rara vez se enseñaba dicha lona y
en multitud de ocasiones se hizo creer a los lerdos que la cabra aterrizaba en
el suelo) fue causa de que el alcalde prohibiera la fiesta en 2002. La
tradición del Toro de la Vega
es, en efecto, originaria de la
Edad Media, cuando era costumbre que los nobles celebraran las bodas
invitaban a la gente de más alta cuna a realizar torneos de justas y a despeñar
a animales (generalmente vacuno) por los cantiles en las lindes de los ríos. En
la actualidad, el toro es soltado cerca de la plaza mayor y corre escoltado por la multitud, bajando
por la Calle
del Empedrado hasta el puente sobre el Duero. Pasado el puente, alcanza la zona
del Cristo de las Batallas donde centenares de corredores tratan de citarlo y
recortarlo. Allí le esperan los caballistas
para proseguir con el recorrido hasta el Campo del Honor, zona donde
comienza el torneo y el toro es alanceado hasta su muerte. Pero lo más triste,
si cabe, es que el Torneo del Toro de la Vega fue declarado Fiesta de interés turístico de
España por Resolución de la
Secretaría de Estado de Turismo de 18 de enero de 1980 (BOE
de 16 de febrero). ¿Alguien entiende tal sinrazón? Tampoco entiendo la razón
por la que a María Dolores Montero Abárzuza, Mariló para sus íntimos, le siguen
renovando contrato en el programa “La
Mañana de la 1”
de una televisión estatal que pagamos todos los ciudadanos a través de nuestros
impuestos.
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